Un político se pone en evidencia y deja claro quién es cuando le empiezan a temblar las rodillas. Partiendo de ese supuesto, las rótulas de José Luis Martínez-Almeida están haciendo ahora más ruido que una banda de heavy metal. En pleno ataque de pánico, el alcalde de Madrid decidió el lunes defender su pacto presupuestario con los tres concejales que abandonaron Más Madrid atacando la memoria de la escritora Almudena Grandes.
Para los amantes de la literatura de la escritora madrileña, no hay nada peor que eso. Sin embargo, en términos políticos hay algo que deja a Almeida en peor situación. Intentó presumir de que es un fino estratega, alguien capaz de engañar a algunos concejales de la oposición para que salga adelante su proyecto de presupuestos. La impostura es obvia: él siempre apostó por pactar las cuentas con la extrema derecha y fue la negativa radical de Vox a negociar con él la que le obligó a cambiar de plan. Hay pocas cosas más penosas en política que aparentar ser un gallito cuando has tenido que mendigar el apoyo de otros.
«Almudena Grandes no merece ser hija predilecta de Madrid, pero yo he sacado unos presupuestos que son buenos para los madrileños. Yo he ponderado: un buen presupuesto para Madrid de 5.600 millones y Almudena Grandes. Ya tengo los presupuestos», dijo en una entrevista con el medio sensacionalista OK Diario. Por el contenido del breve texto, se deduce que el único objetivo de la conversación era aplacar la ira de los votantes de Vox.
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