Rubalcaba ganó por 22 votos. Muchos dirán que es una victoria mínima, escasa, hasta pírrica. Que no le da un mandato claro. Zapatero venció por nueve votos de diferencia sobre Bono y terminó disfrutando del mayor poder que ha tenido un secretario general del PSOE dentro del partido. Bush ganó por un puñado de votos en Florida y ya sabemos lo que ocurrió luego. En política, sólo importa ganar.
El no cambio
Ganó el candidato que terminó su discurso diciendo «cambiar el PSOE para seguir siendo el PSOE». No hay que ser un perverso periodista para recordar la frase de ‘El Gatopardo’. Que no es, como suele aparecer, ‘que todo cambie para que todo siga igual’ sino ‘si queremos que las cosas sigan igual, las cosas tienen que cambiar’. Viene a ser lo mismo, más o menos.
El trauma
Rubalcaba no es el cambio tranquilo ni tampoco la vuelta al pasado que en realidad no puede volver, por mucho que Pedro J. insista en sacar del armario los fantasmas de los años 80. Su victoria es la consecuencia de un partido traumatizado por la última derrota electoral, y que sabe que en la política no hay suelos. Siempre se puede ir a peor. En tiempos traumáticos, es mejor parar, no arriesgarse y esperar al futuro para tomar decisiones aventuradas. La insistencia de Chacón de aspirar a ser también la candidata del partido a las próximas elecciones generales se ha revelado como un error. Los delegados no querían cerrar ese tema con tanta antelación y abrir de forma irreversible un nuevo capítulo en la historia del PSOE.
El equipo de Chacón se quedó encerrado en una contradicción. ¿Por qué dejar claro que ella sería candidata para enfrentarse a Rajoy cuando decía estar a favor de las primarias?
Chacón se presentó como la candidata que está dispuesta a luchar y asumir los riesgos necesarios para salir del agujero. Rubalcaba, como el valor seguro que no sorprenderá a nadie y gestionará con cautela la época de vacas flaquísimas. A los que no se han recuperado del susto del 20-N, que aparentemente son muchos, la segunda opción les pareció más atractiva.
El grito
La presentación importa en política. Saber presentar tu programa es casi tan relevante como tus propias ideas. El punto fuerte de la candidatura de Chacón era su entusiasmo e intensidad, típico cuando hay una brecha generacional entre dos aspirantes. Los veteranos ponen sobre la mesa la experiencia. Los más jóvenes tienen otras bazas.
La ex ministra de Defensa no es una buena oradora ni acierta con el tono adecuado en los discursos. No sabe proyectar la voz sin que se le rompa cuando eleva el volumen hasta niveles exagerados. Le hubiera venido muy bien bajar un poco la pasión para ganar en credibilidad. Aquellos delegados para los que los discursos eran importantes debieron de quedar preocupados al escuchar a Chacón. ¿Cómo reacciona en momentos de tensión una persona que grita de esa manera?
Rubalcaba sí cambió algo su estilo en el extremo opuesto de la escala y le salió bien. Su tono de voz suele ser bastante monótono (por alguna razón, hay periodistas que le llaman a eso estilo didáctico). Esta vez sonó más emotivo que de costumbre al precio de parecer un poco nervioso en algunos momentos, un detalle que no le perjudicó.
Los otros
Al igual que con los discursos, y dada la escasa diferencia en el resultado final, cada bala contó en el repertorio de municiones de Rubalcaba. Por eso, el apoyo directo de Felipe González tuvo que ser muy importante. Desconozco hasta qué punto. Pero sólo las bandas de rock y pop de los 80 y 90 están en condiciones de volver, y sólo para hacer caja.
¿Rearme ideológico? No por favor
Nos replantearemos el concordato con la Santa Sede si continúa esta ofensiva conservadora, dijo Rubalcaba. Gran ovación. Llevamos 30 años aguantando demasiado, gritó Chacón. Otra ovación. Ambos coincidieron en atizar a la Iglesia en lo que era un intento de parecer más rojos que nadie. Es el mismo partido que tuvo miedo a presentar en el Parlamento una ley de libertad religiosa que ahondara en la separación entre Iglesia y Estado. Los obispos pueden estar tranquilos.
Hay poca ideología en el PSOE. Chacón fue más incisiva a la hora de acusar a la derecha alemana de ser en buena parte responsable de la crisis europea. Siempre es más fácil acusar a los malos que decir qué es lo que se debería hacer. O que reconocer por qué ellos no fueron conscientes de las debilidades intrínsecas de la eurozona, un experimento monetario sólo efectivo en épocas de bonanza.
Uno tiene dudas sobre lo que de verdad puede ofrecer la socialdemocracia en esta crisis cuando se limita a pedir eurobonos como si fueran el maná salvador.
Toda la estrategia de los dirigentes del PSOE, y en esto no hubo grandes diferencias entre los dos, consiste en la defensa del Estado de Bienestar, un objetivo loable e imprescindible. Es también una estrategia conservadora en el sentido más estricto de la palabra. La misión es conservar lo que ya se tiene, pero ¿cómo? ¿Dónde están los cambios que propone la izquierda que puede gobernar? Eurobonos, impuestos a los ricos, luchar contra el fraude fiscal… todo eso te da más dinero. ¿Se trata sólo de buscar más recursos? No hay nueva política sino un intento de rascar en el interior de la caja fuerte.
En el banquillo
Chacón no quiere tener cargos en el nuevo PSOE, se dijo anoche. Hace bien. En el mejor de los casos, hubiera sido la número dos de Rubalcaba o probablemente algo más abajo en el ranking. Y podía encontrarse con que en unos pocos años sería la número dos de Patxi López o del que Rubalcaba promueva como candidato a las generales (quién sabe si él mismo). Claro que le puede pasar como a Ségolène Royal, que pasó por encima de los barones de su partido para ser irrelevante cuatro años después cuando había que elegir al siguiente candidato. En política, una legislatura es toda la eternidad.
En la nueva ejecutiva, Patxi López ocupa la secretaría de Relaciones Políticas. Claro, los demás miembros de la dirección no se ocupan de cuestiones políticas. Parece que quedaba feo llamarle el delfín. En cualquier caso, pensar que el vencedor de ayer ya ha decidido no presentarse a las próximas elecciones es no conocer a Rubalcaba o a los políticos en general.
La próxima derrota
Griñán se queda colgado de la brocha. Pensaba que el impulso que concedería una victoria de Chacón (el relevo que asume la siguiente generación) serviría para vender un PSOE nuevo en las inminentes elecciones andaluzas. Ahora se queda con lo que tiene: el PSOE lleva casi 30 años en el poder en Andalucía, él tiene 65 años, y el líder del partido tiene 60 y llegó al Gobierno por primera vez en 1992. Mal cartel para evitar una derrota.
—-
–La renovación lampedusiana. Ignacio Escolar.
–Sepultada por su grito. Fernando Garea.
–Gana Rubalcaba, gana Felipe y gana Rajoy. Lucía Méndez.
–La peor herencia. Victoria Prego.
«Hay poca ideología en el PSOE.». Ahí lo has resumido todo. Saludos.
Como el PSOE pierda Andalucía, (cosa nada improbable, ¡anda que no tienen que estar hartos los andaluces de los sociatas para darles el poder a la derecha y a las sotanas!), éstos acaban como la UCD. ¿Qué va a quedarles después? ¿Unos cuantos ayuntamientos y un partido federal que se aguanta con pinzas, (Euskadi ya pueden darlo por perdido y los del PSC se escindirán de la formación nacional en cuanto vean que el Titanic se hunde en las dos autonomías que aún conserva)? Enhorabuena, ZP, en democracia has conseguido lo que ni Fraga ni Franco lograron con una dictadura: cargarte al socialismo español.
«lo que ni Fraga ni Franco lograron con una dictadura».
¿Es que estuvo muy activo el PSOE durante la dictadura?.
«los del PSC se escindirán de la formación nacional»
El PSC ha muerto, ¡larga vida al PSOE catalán!