La muerte repentina de Kim Jong-il pone a prueba los mecanismos de sucesión de esta monarquía estalinista. No faltan quienes suponen una lucha por el poder con el Ejército como árbitro de la decisión. Sin embargo, los medios oficiales ya han proclamado a su hijo Kim como el «gran sucesor». La realidad con Corea del Norte es que nadie sabe nada con exactitud sobre un régimen anclado en el aislamiento y el secretismo. Durante muchos años se ha creído que el régimen no tenía ningún futuro o que tendría que evolucionar inevitablemente hacia un régimen militar para poder subsistir. También se decía que Kim Jong-il lo tendría muy difícil para continuar en el poder. Nada de eso ha ocurrido a pesar de que el país ha sufrido penalidades asombrosas, como la hambruna propiciada por la intransigencia del Gobierno y su falta de recursos.
Kim Jong-un es una figura tan misteriosa como lo era su padre cuando llegó al trono. Su juventud –no se sabe su edad exacta pero se cree que aún no ha cumplido 30 años– hace pensar que tendrá que apoyarse en la cúpula dirigente del país. Entre los pocos detalles anecdóticos que han aparecido sobre él, está su timidez y su afición al baloncesto.
En los próximos días, habrá que estar atentos a la información y reacciones que salgan de China, el único Estado que tiene una relación estable, no exenta de problemas, con Pyongyang. Incluso las redes sociales chinas pueden ser un termómetro interesante. La prioridad para Pekín no es la supervivencia del régimen norcoreano sino evitar un hundimiento catastrófico que desestabilice la región fronteriza con Corea del Norte.
Obviamente, si Corea del Norte no tuviera armas nucleares, no estaríamos muy preocupados por el futuro de su Gobierno.
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15.30
Tremendas imágenes del duelo colectivo en Corea del Norte, Lagrimones al servicio de la propaganda.
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