El trumpismo gana incluso sin la ayuda de Trump. Esta idea circulaba estos días en los medios norteamericanos al analizar la contienda de Alabama de la que tenía que salir el candidato del partido al Senado por el escaño que hasta principios de año ocupaba el fiscal general Jeff Sessions. La sospecha se ha confirmado con la victoria del exjuez Roy Moore sobre el senador Luther Strange (Strange fue elegido a dedo por el gobernador para sustituir a Sessions, pero sólo hasta la cita con las urnas a finales de año).
Moore es un personaje muy conocido en Alabama. Se hizo famoso como presidente del Tribunal Supremo del Estado cuando instaló en la sede del edificio un monumento a los diez mandamientos (y no pequeño, pesaba 2.400 kilos). Fue destituido por el pleno del tribunal por negarse a retirarlo, como ordenaba un juez federal. Volvió al cargo en 2013 y tres años después tuvo que dimitir por ordenar a los jueces que continuaran aplicando la prohibición del matrimonio gay contra la ley. Llegó a decir que los atentados del 11S pudieron ser un castigo a EEUU por alejarse de Dios o que Obama no había nacido en EEUU.
Moore fracasó en esos años en sus intentos de convertirse en candidato en primarias republicanas. Toda la notoriedad que había conseguido con sus ideas ultraconservadoras no fue suficiente para facilitar su entrada en política, incluso en un sitio tan conservador como Alabama.
La radicalización hacia la derecha de las bases republicanas terminó por llegar hasta el punto en que se encontraba Moore. Era el favorito en las primarias en las que finalmente ha derrotado a su rival, a pesar de que todo el establishment del Partido Republicano en Alabama apoyaba a Strange. Este contaba con un apoyo extra algo inesperado: el de Donald Trump al que el partido había convencido para que hiciera campaña por el senador saliente. Por una vez, Trump no se dejó llevar por sus instintos naturales y pensó que, después de llegar a un muy comentado acuerdo con congresistas demócratas, necesitaba hacer algo en favor de sus presuntos aliados republicanos.
Trump estará lamentando ahora haberse dejado convencer por los republicanos y sus asesores de la Casa Blanca. Tras conocerse el resultado, procedió a borrar tuits de los últimos días en los que recomendaba votar a Strange. Trump no tolera que lo relacionen con una derrota.
La decisión de desdeñar a Roy Moore era además muy poco trumpiana. Stephen Bannon había apoyado al exjuez porque representa muchas de las ideas que llevaron al actual presidente a la Casa Blanca. Eso fue precisamente lo que dijo Bannon en mítines en Alabama, donde dirigió las puyas a los principales dirigentes republicanos y en especial al líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell. En cierto modo, el resultado es una victoria de Bannon, al que evidentemente no hay que dar por muerto sólo por haber tenido que abandonar la Casa Blanca.
Esa es una de las cosas que más teme el establishment republicano. Que no les sirva de mucho su capacidad financiera (facilitaron al derrotado Strange todos los millones que necesitaba) y que surjan por todos los lados candidatos cortados por el perfil de Trump (xenófobos, nacionalistas, antilibre comercio…), exactamente el prototipo de derechista furioso que los republicanos han promovido entre sus votantes, pero a los que no quiere como candidatos.
Incluso puede ocurrir lo que ha sucedido en Alabama, que gane el candidato insurgente sin el apoyo directo del presidente. Basta con Bannon y la banda armada de Breitbart.
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Un pequeño vídeo para demostrar el estilo de Roy Moore. La NRA apoyaba a su rival en las primarias. A Moore se le ocurrió que la mejor forma de contrarrestarlo era sacar su arma, un pequeño revólver, en un mitin. Al menos, no disparó a nadie.
Alabama Senate candidate Roy Moore pulls out his gun during campaign rally. "I believe in the Second Amendment." https://t.co/AMBd6oTJFV pic.twitter.com/YMAuKrS9HY
— ABC News (@ABC) 26 de septiembre de 2017