Es habitual en Twitter (casi es un lugar común como el de «la fiesta de la democracia») que alguien diga ante un nuevo ataque absurdo contra Podemos que eso supone de forma automática otros 100.000 votos para el partido de Pablo Iglesias. Sólo hay que ver un debate televisivo y escuchar a algunos de esos autoproclamados portavoces del sistema político para llegar a la conclusión de que algo de eso hay.
Esa caja registradora de votos no es una máquina de movimiento perpetuo. Llega un momento en que ya no se puede exprimir más, al menos hasta que llegue la precampaña electoral, y faltan muchos meses para eso, y algunos políticos comiencen a ponerse nerviosos e intenten matar moscas con armas nucleares.
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