Es muy revelador el comienzo de esta noticia del Financial Times sobre el impacto en la City del escándalo sobre la financiación de los tories. Las personas consultadas dicen estar algo perplejas: «Para algunos de los que forman la base de donantes más importante del Partido Conservador, la influencia exterior en la política es simplemente una parte beneficiosa del proceso democrático. Pero comprenden que otras personas no lo vean así: ninguna de las personas con las que habló el Financial Times aceptaron que se utilizara su nombre».
Es muy sencillo. Los ciudadanos participan directamente en el proceso político una vez cada cuatro años con su voto. Empresarios y financieros lo hacen con mucha más frecuencia con su dinero. Está claro quién se beneficia.
Hay que entenderlos. El sufragio universal puede ser una forma de influencia política muy injusta con los que tienen dinero. Tenemos un ejemplo reciente con el descenso del tipo máximo del impuesto sobre la renta desde el 50% al 45%. El FT recuerda una entrevista de 2009 con un tesorero tory. «Probablemente no se consiguen muchos votos con el descenso del tipo del 50%, pero entre los que aportan cantidades significativas de dinero al partido es un tema muy importante, y eso es lo que hace que también lo sea para el partido».
Quedan claras las prioridades, ¿no?
Según una encuesta de ICM para The Guardian del 19 de marzo, el 67% de los votantes estaba a favor de mantener el tipo de 50%. Entre los votantes conservadores, ese porcentaje era del 65%. Pero, claro, esa pobre gente no dona tanto dinero a los tories como para recibir una invitación a cenar con David Cameron en el 10 de Downing Street.
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