La transición egipcia a la democracia lleva camino de ser la más confusa y accidentada que se recuerda. La cuestión es grave: es fundamental que las distintas legitimidades que conviven en un régimen autoritario se vean sustituidas por la más importante, la que procede de las urnas. Por eso, es tan importante que todos los partidos puedan presentarse a unas elecciones. A partir de ahí, será más difícil que algunos digan hablar en nombre de todo el pueblo.
No es lo que piensa la comisión electoral, que anuló este sábado las candidaturas de los dos principales partidos, incluidos los Hermanos Musulmanes, y del ex vicepresidente Omar Suleimán. En el caso de este último, por faltarle las firmas necesarias, algo que es posible, no seguro, ya que su candidatura se lanzó en los días inmediatamente anteriores a la fecha límite.
Hazem Abu Ismail, líder de los salafistas (ultraconservadores), se ha quedado fuera porque su madre tuvo en los últimos años la doble nacionalidad egipcia-norteamericana. Él lo niega. Es cierto que la ley dicta que los candidatos, incluidos sus padres, deben ser egipcios, pero la norma, además de absurda por lo que se refiere a los progenitores, puede tener consecuencias muy peligrosas al dejar fuera de la disputa electoral a la que fue la segunda fuerza política en las elecciones legislativas. Con los partidos que tienen una parte de sus seguidores más fuera que dentro del sistema político, es clave que se hagan todos los esfuerzos para que sus líderes estén más dentro que fuera y que asuman las mismas responsabilidades que las demás formaciones políticas.
Por último, el candidato de los Hermanos Musulmanes, Khairat el-Shater, tampoco podrá presentarse. Fue encarcelado en época de Mubarak por delitos políticos. No recuerdo dónde he leído que eso es como impedir a Mandela presentarse a las primeras elecciones libres surafricanas tras pasar media vida en prisión.
Los Hermanos ya se lo veían venir. Presentaron una segunda candidatura de reserva, la de Mohamed Mursi, secretario general del ala política del movimiento. El ex primer ministro Ahmed Shafiq recibirá los votos que podrían haber ido a Suleimán. Los salafistas se quedan sin candidato.
Todos los candidatos rechazados (en total, 10) tienen derecho a presentar una apelación que se resolverá el 26 de abril. Las elecciones se celebran el 27 de mayo.
Lo que ocurre en Egipto es un buen ejemplo de los riesgos que se asumen cuando la prioridad es convocar elecciones cuanto antes sin que se aprueben nuevas reglas del juego. Antes de que los egipcios puedan votar, el sistema político y legal ya ha adulterado su derecho.
Buena entrada. Completamente de acuerdo en la conclusión. gracias.
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