‘Inside the Taliban’ es un reportaje de BBC emitido hace unos días por el programa Panorama. Tiene un formato de primera persona y es obra de un periodista afgano, Nagieb Khaja. Está rodado en el valle de Tangi, territorio controlado por los talibanes, una zona que conecta la provincia de Kabul con el sur del país.
En este mapa de Afganistán que aparece en el programa hay una estimación de las zonas del país controladas por los talibanes. El Gobierno puede imponer su autoridad sobre poco más que las grandes ciudades. En el resto del país, son las ideas de los insurgentes las que condicionan la vida de la gente. Ni siquiera importa mucho que las escuelas estén financiadas por el Gobierno central. La educación se imparte según las directrices de los talibanes, lo que quiere decir que no hay escuelas para niñas, al menos en la zona descrita en el reportaje.
Al final del reportaje, hay una breve sección dedicada a la amenaza sobre Kabul. Los responsables del Ejército afirman que los talibanes no tienen ninguna posibilidad de hacerse con la capital. Los números les dan la razón, pero ya hemos visto en Irak que el hecho de que el Ejército tenga más de 200.000 miembros no garantiza en absoluto que sea una fuerza que pueda presentar batalla.
En el norte, donde los talibanes nunca han contado con un apoyo relevante de la población al tratarse de una zona con menor presencia de los pastunes, las tornas están cambiando, según este artículo del NYT. Los talibanes controlan dos distritos de la provincia de Kunduz, y allí administran justicia y dirigen las escuelas. En otros lugares del país, la situación es aún peor para el Gobierno:
«Varias provincias, entre las que están Nangarhar, Helmand y Kapisa, se han convertido en zonas en disputa con una guerra distinta en la que los talibanes están en condiciones de reunir un alto número de tropas con las que enfrentarse a las fuerzas afganas, ahora que la coalición [EEUU y lo que queda de sus aliados] ha reducido el apoyo aéreo.
El resultado ha sido un gran aumento de las bajas afganas. Según cifras del Ministerio de Defensa conocidas esta semana, 950 soldados han muerto desde marzo a agosto, las peores en esta guerra que dura ya 13 años. La policía, la primera línea de defensa contra la mayoría de los ataques, ha sufrido cifras devastadoras: 2.200 muertos en el mismo periodo, lo que también es un récord».
En las zonas de Kunduz controladas por los talibanes, dice el artículo, se ha apreciado un cambio en las tácticas de los talibanes. No es una novedad. Ha ocurrido antes en otros sitios. Forman su propio sistema de gobierno, intentando que no suponga un corte radical con el pasado. Permiten la presencia de algunas ONG o de proyectos financiados por el Gobierno de Kabul o incluso EEUU. «Tienen un sistema paralelo de gobierno, uno que acepta proyectos de ayuda al desarrollo», dice un asesor de un proyecto financiado por USAID [una agencia del Gobierno norteamericano], que habla bajo anonimato porque trabaja en zonas talibanes. «No podemos hacer nada sin el visto bueno de los talibanes'».
Los líderes tribales de esas zonas se quejan al Gobierno de que están atrapados entre dos fuegos. Al final, no les queda más opción que aceptar las órdenes de los talibanes.