Un millar de presos egipcios, la mayoría políticos, se encuentra encerrada en la prisión de máxima seguridad que ha recibido el nombre, no oficial, de Escorpión. La muerte en un tribunal del expresidente Mohamed Morsi hace unos días ha servido para que se vuelvan a conocer las condiciones de vida de los internos. La represión contra los disidentes decretada por el régimen del presidente Sisi continúa dentro de los límites de la prisión, según han denunciado varias organizaciones de derechos humanos, como Human Rights Watch.
El personal del centro propina palizas a los presos, los mantiene aislados en celdas de castigo, les deja sin ningún acceso a familiares o abogados (Morsi sólo vio a su familia en tres ocasiones desde que fue encarcelado) y les niega el tratamiento médico necesario.
HRW describió estas condiciones en el informe ‘We Are in Tombs’: Abuses in Egypt’s Scorpion Prison, difundido en 2016.
«Sus parientes creen que los cuatro bloques de Escorpión, que cuentan con 320 celdas, cuentan actualmente con unos mil presos, incluidos los principales dirigentes de los Hermanos Musulmanes, que están encarcelados junto a presuntos miembros del grupo extremista Estado Islámico, conocido como ISIS. Algunos de los encerrados en Escorpión no son miembros de ningún movimiento islamista, como el periodista Hisham Gaafar y el médico Ahmed Said».
Desde 2013, los contactos de los presos con sus abogados son severamente limitados, incluso tienen pendiente la celebración de un juicio. Si se celebran, hay un oficial de seguridad presente en la reunión y los abogados no pueden entregar documentos a sus clientes ni llevar material de escritura para tomar notas.
La frecuente prohibición de visitas de familiares les impide entregar comida a los presos, una ayuda imprescindible porque la alimentación que reciben de forma habitual es claramente insuficiente. En la práctica, es como si los dejaran morir de hambre, porque a la falta de comida se une la asistencia médica que necesitan casi todos. La mayoría duerme sobre bloques de cemento, sin colchones, y sólo tapados por unas mantas.