The Economist no necesita muchas frases de su editorial para dejar claro a Rajoy y la prensa de Madrid por qué las imágenes ocurridas el día de la consulta catalana no tienen pase en un país de Europa occidental:
«Rajoy no ha sido capaz de captar la naturaleza de su decisión. En primer lugar, bloqueó a los nacionalistas en los tribunales, y el pasado fin de semana, recurrió a la fuerza. Su despliegue de policías para impedir la votación catalana no fue sólo un regalo propagandístico para ellos (los nacionalistas), sino que cruzó una línea, lo que es más importante. La agresión contra una multitud de ciudadanos pacíficos puede funcionar en el Tíbet, pero no puede mantenerse en una democracia occidental. En la disputa entre justicia formal y justicia natural, la justicia natural siempre termina por prevalecer. Las constituciones existen para servir a los ciudadanos, no al revés. En vez de imponer el Estado de derecho como pretendía, Rajoy acabó deteriorando la legitimidad del Estado español».
En una entrevista con EFE, Rajoy ha dicho que la actuación de las fuerzas policiales fue «ejemplar», lo que es una forma de elogiarse a sí mismo. Él fue el que envío a las fuerzas policiales a una misión casi imposible desde el momento en que no pudieron localizar las urnas. A partir de ahí, sólo quedaba cargar con las porras y los escudos contra civiles, obviamente desarmados, ofreciendo una imagen que, como dice The Economist, es inaudita en Europa occidental.
Se pueden encontrar imágenes de violencia policial ocurrida en esos países en la última década tan duras o más como las vistas en Barcelona. También en España. En ninguna de ellas, los que recibieron los golpes pretendían insertar un trozo de papel en una urna. Un acto –hay que recordarlo– que no tenía ningún efecto jurídico ni político, según el Gobierno.
En una consulta popular no autorizada por los tribunales, el Estado tiene la obligación de intentar impedirla o al menos dificultarla. Pero si no lo consigue, y el Gobierno de Rajoy fracasó en esa misión, no se puede compensar ese error con la represión. La letra de la ley faculta al Estado a tomar todo tipo de medidas políticas y legales, pero no a considerar delincuentes a centenares de miles de personas y a lanzar a los policías sobre ellos.
Políticamente, dar vía libre a policías para que respondan con violencia ha sido un regalo para los independentistas. Si fueran inteligentes, sabrían que su lucha no se acaba el próximo lunes con una declaración que certifica un referéndum unilateral concebido para que ganara el ‘sí’. Su éxito no reside ahí, sino en la última frase del artículo de The Economist. Rajoy ha conseguido poner en peligro la legitimidad del Estado en Cataluña.
Es una forma muy extraña de defender la unidad de España.