En la semana en que The Economist colocó en portada a los dirigentes de la UE caminando decididos hacia el borde del precipicio, la eurozona decidió interrumpir su loca carrera hacia el vacío. La Comisión dio más tiempo a varios países para que alcancen sus (imposibles) objetivos de déficit y reunió unos cuantos miles de millones de euros para afrontar el drama del paro juvenil ante el que ahora todos dicen mostrarse horrorizados.
El presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, no escondió el miércoles su escepticismo en un encuentro con periodistas españoles. Han sido dos años perdidos, dijo, sin ninguna reacción oficial ante las crecientes cifras de desempleo. Y de repente, «los mismos que negaban el problema dicen tener ahora la solución».
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