Lo primero, reírse. Sólo en España un acto tan previsible como una comparecencia del presidente del Banco Central Europeo se convierte en un espectáculo de luz y sonido. Ante la ‘terrible’ amenaza de una retransmisión casera de un discurso que se iba a conocer en poco tiempo, el Congreso procedió a subir el puente levadizo de las comunicaciones, inundar el foso y llenarlo de cocodrilos. ¿No era suficiente con las vallas policiales de los últimos meses para dar la imagen de un legislativo aislado de los ciudadanos a los que representa? Toma apagón.
Gran velada. El principio de autoridad contra el principio de soberanía a doce asaltos. Vale que la política tiene un ingrediente fundamental de espectáculo teatral. Lo de hoy habría obligado a Valle Inclán a rehacer varios borradores en tiempo real.
Todo era bastante sencillo, lo que no quiere decir que fuera elogiable. Se aplicó a la comparecencia en Madrid el mismo sistema que hubo en Berlín. Draghi aceptó presentarse en la Carrera de San Jerónimo sin estar obligado legalmente a hacerlo. Pero en su momento había creado el precedente alemán, y si algún legislativo más estaba interesado en contar con su monetaria presencia, era difícil decir que no y causar otro agravio más en la Europa que mira con desconfianza a Alemania.
Los corresponsales en Bruselas o Frankfurt pueden hablar del tema con más información que yo. Tengo la impresión que todo viene del hecho muy conocido de la sacrosanta independencia del BCE. Así se organizó su estructura por imposición del Bundesbank, que temía que la máxima autoridad monetaria europea fuera tan dependiente de los gobiernos europeos como lo es el Banco de Francia del pérfido presidente francés. El BCE no respondía ante nadie, y así podía en la práctica poner como único eje de su actuación la lucha contra la inflación, como por otro lado quedó reflejado en sus estatutos.
Varios bancos centrales europeos son independientes de sus gobiernos, pero trabajan en equipo junto al Ministerio de Economía en favor del país. No sólo en la chapucera España, sino en el más respetable Reino Unido, donde por cierto no fue hasta la llegada de Blair, y más por un cálculo electoral, cuando se instauró la independencia de su banco central (también conocido como The Old Lady of Threadneedle Street, es decir conocida).
Hubo un día en que el Bundestag, no tan poderoso como el Bundesbank pero ustedes me entienden, se empeñó en conocer de primera mano a este italiano del que decían que era tan alemán como los alemanes en relación a la política monetaria. La desconfianza no venía sólo de los ancestros italianos de Draghi, sino de la tempestuosa relación de su antecesor, Jean-Claude Trichet, con los parlamentarios alemanes. Esa ‘ancla’ del proceso de construcción europea que es Alemania hizo lo posible por resistirse a los sucesivos rescates de Grecia, aún más si la ayuda no incluía pérdidas a quienes habían cometido la indecencia de prestar dinero a los manirrotos griegos.
El hecho de que entre ellos estuvieran también los bancos alemanes no parecía preocuparles demasiado. Ese nivel de estupidez nacionalista no es privativo del espíritu germano. También los tories euroescépticos dicen estar a favor del fin de la eurozona, aunque cualquier catástrofe de ese nivel hundiría al Reino Unido en algo más que una profunda recesión. La idiotez política no conoce fronteras en Europa y alcanza por igual a mediterráneos y norteños.
Las peleas entre Trichet y los políticos alemanes acabaron en una memorable rueda de prensa de despedida del francés, en la que este casi gritó que la contribución del BCE a la estabilidad financiera en los 12 años anteriores había sido «impecable». Ya desatado, Trichet le dijo a un periodista alemán que gracias al BCE la estabilidad de precios en Alemania había sido mucho mayor en ese periodo de tiempo que en los 50 años anteriores, los del añorado marco. Le pican un poco más y lo mismo la entrada de la ley de Godwin en la Wikipedia tiene que dedicar un apartado especial para Trichet.
Y en esas el Bundestag citó a Draghi. Nunca creas que vas a derrotar a un italiano en el juego de las apariencias. Draghi lo aceptó pero con sus reglas. ¿Le importaba mucho que la sesión fuera a puerta cerrada? No demasiado, si inmediatamente después sale el discurso en la web del BCE y él concede una rueda de prensa. Pero en cualquier caso él decía cuándo y en qué condiciones. My way or the hard way.
Ese es el formato que se ha aplicado a la comparecencia en Madrid. Desconozco qué interés tenía presenciar a Draghi en directo diciendo las mismas cosas que dice en Frankfurt. Ya es bastante que los comunicados del BCE afirmen que España necesita más reformas laborales (en cambio, el BCE está aparentemente bien como está) para tener que escuchárselo en el aula magna del Congreso.
Me da que los políticos españoles tuvieron un ataque de importancia con su interés en ver a Herr Draghi en el Congreso. A la oposición le hubiera venido mejor rechazar las condiciones, no tomar asiento en los pupitres y anunciar de forma educada que leerían el discurso en casa con mucho interés cuando apareciera en la web. Porque no nos engañemos. No tienen ninguna posibilidad de influir en el BCE desde el Parlamento (los gobiernos son otra cosa). Y si eso suena poco democrático o poco respetuoso con la soberanía nacional, no sé en qué etapa de la construcción europea se han perdido. En una reciente no, desde luego.
Cuando hablas de cosas de casa se cuela la sintaxis de casa y no te sale el estilo tan ironicamente britanico, como si fueras de allá y traducido por un traductor de muy alto nivel ( disculpas por britanizarte tan amenudo, seguro que se trata de una fijacion mia y muy probablemente errada )
Ya es bastante que los comunicados del BCE afirmen que España necesita más reformas laborales (en cambio, el BCE está aparentemente bien como está)
En este parrafo surgio el regate inesperado y apropiadisimo, planteando la conveniencia de un ERE en el BCE.
¿Como pueden esos fracasados -esta crisis es su fracaso- ir por ahí lanzando ucases y dando lecciones?
Yo siempre había dicho
«my way or highway»
que en castellano se traduce como
«a mi manera, o carretera».
Bueno, aquí en España tenemos el muy castizo «Esto son lentejas: si las quieres las tomas o si no las dejas.»