Y el ganador del juego de las expectativas en los caucus de Iowa es… Rick Santorum. No importa cuál sea el resultado definitivo (la victoria se la juegan Romney, Paul y Santorum), el ex senador de Pennsylvania es el que, viniendo desde atrás, parece estar recogiendo muchos de los apoyos de un electorado conservador algo confuso al tener tantos candidatos para elegir. Por eso, casi todos han desfilado en el primero o segundo puesto de las preferencias, con la diferencia de que es Santorum quien ha dado el salto en el momento de la verdad.
La última encuesta conocida hoy da un empate técnico en cabeza: Ron Paul 20%, Mitt Romney 19%, Rick Santorum 18%, Newt Gingrich 14%. Un día antes, salió la más prestigiosa, que publica el diario Des Moines Register, y ahí los números eran mejores para Romney (24%). Paul tenía un 22% y Santorum un 15%. Pero en este sondeo ya eran los partidarios de Santorum los que más ganas tenían de presentarse en los caucus, en un 76%. La fidelidad de los posibles votantes de Romney y Paul era menor, 56% y 54%.
A diferencia de las primarias, en los caucus los votantes no acuden durante el día a depositar su preferencia en una urna. A última hora de la tarde o ya de noche, y sufriendo temperaturas muy bajas, se presentan en un edificio donde escuchan algunos breves discursos, y luego se reúnen en una esquina de la sala en función del candidato al que apoyan. El factor decisivo es el entusiasmo que provoca el candidato y sus ideas, y no es raro que alguien entre en el local con una idea vaga en la cabeza y luego la cambie porque un vecino le ha convencido de que otro candidato es mucho mejor. A fin de cuentas, las diferencias ideológicas entre ellos no son extraordinarias.
Esa forma tan casera de entender la política contrasta con el juego más sofisticado (risas) de la prensa, que, con un plantel de aspirantes tan amplio, pasa de no tener ni idea sobre quién va a ganar a tener claro al día siguiente por qué ha ganado cierto candidato y por qué sus grandes rivales no han llegado al porcentaje que se esperaba de ellos. Ese juego de expectativas es el que adjudica las etiquetas de ganadores y derrotados.
Por ejemplo, Romney puede salir reforzado de Iowa con un porcentaje muy similar a los caucus de 2008, y confirmar las previsiones de victoria que tiene en New Hampshire, donde votan el 10 de enero. Pero podría ocurrir que con sólo uno o dos puntos menos termine segundo o incluso tercero, y que la prensa, después de creer que Romney estaba en condiciones de ganar en Iowa, decida que es el que más se ha debilitado en los últimos días de campaña.
Todo eso en un Estado muy pequeño (3,1 millones de habitantes, un 91% de población de raza blanca, frente al 72% de media nacional), donde quizá sólo un 4% participe en los caucus.
Los medios de comunicación no han tomado muy en serio a Santorum, de entrada porque cuando perdió su escaño en Pennsylvania fue derrotado con tanta claridad que lo dieron por muerto políticamente para siempre. Y el otro factor relevante era que siempre ha tenido mucho menos dinero que otros candidatos de ideología similar.
Luego, estaba ese pequeño problema de la búsqueda de su nombre en Google. Eso olía muy mal.
Su credo ultraconservador imbuido de constantes referencias a la religión funciona perfectamente en un lugar como Iowa. Otros candidatos que beben de esas fuentes (Bachmann, Perry y Cain) se han ido automutilando con sus errores. Al final, Gingrich era el que parecía absorber esos apoyos pero la feroz campaña negativa lanzada contra él (aquí uno de los últimos anuncios), en especial por la gente de Romney, ayudada por su inconsistencia y singular historia personal (infidelidades y dos divorcios,) ha ido destruyéndole en beneficio de Santorum.
Santorum marca todas las casillas importantes para el votante más conservador. Contrario al aborto y al matrimonio gay. Partidario de la enseñanza del creacionismo. Dispuesto a bombardear Irán si no renuncia a su programa nuclear.
Católico y padre de siete hijos, siempre coloca a su familia en la propaganda de sus candidaturas. En 2002 viajó a Roma para intervenir en los actos del centenario del nacimiento del fundador de Opus Dei. Sobre los casos de pedofilia en colegios católicos, escribió en 2002 que no era una casualidad que se produjeran en Boston al ser un centro de pensamiento progresista. Para Santorum, la culpa es siempre de los rojos ateos.
El tiempo no va a influir este año, llevamos todas las navidades casi sin bajar de 0 y seguirá así hasta Reyes.
En la calle se ve a muchos estudiantes haciendo de hombre anuncio para Ron Paul. En la tele no sé lo que pasa porque no tengo.
A Santorum le ha venido bien el reciente apoyo de varios lideres evangelicos importantes.
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Si Santorum acaba ganando en Iowa, habrá que dar la enhorabuena a los republicanos. Con 2 candidatos buenos y 6 de lo peor (alguno, como Santorum, literalmente «de mierda»), habrán conseguido elegir lo peor de lo peor. Algo que, Dios lo quiera, será inelegible, porque si ya estamos como estamos con el rompepromesas de Obama, ni me quiero imaginar cómo sería un mundo con Santorum de presidente.
Sólo Bachmann sería igual de mala, lo único que ella ya tiene pocas posibilidades de seguir en esta carrera. Aún así, no ignoremos nunca el factor talibán de la ultraderecha yankee. Demasiadas nos han montado ya.
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