«Ayer vimos a 30.000 personas. Llegamos preparados y con los refuerzos precisos. Nada se hizo de forma incontrolada. Todo fue preciso y medido, y sabemos dónde dio cada bala».
Este es el tuit publicado por la cuenta de las Fuerzas Armadas israelíes en la mañana del sábado, un día después de que los soldados mataran a 16 palestinos e hirieran a centenares el viernes en la movilización conocida como la Marcha del Retorno. Según el recuento del Ministerio de Sanidad de Gaza en la noche del viernes, recogido por la oficina de la ONU, de los 1.400 heridos, 750 sufrieron impactos de fuego real. 148 fueron heridos por balas de caucho, menos letales, y el resto por inhalación de gases lacrimógenos.
Con las imágenes ya difundidas de varias situaciones en las que se comprobaba que varios manifestantes habían sido tiroteados estando muy lejos de la zona fronteriza, el mensaje –descubierto por el grupo israelí de derechos humanos B’tselem– era un reconocimiento de que los soldados habían disparado con intención de matar o herir a muchas de sus víctimas, aunque no supusieran una amenaza directa. Esta confirmación indirecta de la existencia de crímenes de guerra hizo que alguien se lo pensara mejor y el tuit fuera borrado.
«El uso de fuerza letal contra manifestantes desarmados es una violación de la distinción entre civiles y combatientes, tal y como está señalado en el Derecho internacional, que obliga a Israel», dijo en un comunicado Adalah, un grupo israelí de derechos humanos.
Unos días antes, el teniente general Gadi Eisenkot, jefe de las FFAA, advirtió de que el Ejército estaba preparado para todos los escenarios posibles. «No permitiremos una infiltración masiva en Israel y que dañen la valla». Los soldados israelíes tenían órdenes de proteger lo que en realidad no es una frontera, porque no impide que los militares la crucen siempre que quieren para sus operaciones, lo que ocurre con frecuencia. Entre los refuerzos enviados, estaba un centenar de francotiradores del Ejército (foto).
«Las instrucciones incluyen el uso extenso de la fuerza. En caso de peligro mortal (para las tropas), hay autorización para abrir fuego», dijo Eisenkot.
En algunos de los vídeos conocidos el sábado, no se apreciaba por ningún lado el peligro mortal. No en el caso de un joven de 18 años que corría en dirección contraria y estaba a punto de llegar a la zona donde se encontraba el resto de manifestantes. Recibió un tiro por la espalda y cayó muerto (aquí otro vídeo del mismo momento).
Using the three available videos of Incident 1 (east of Jabalia, #Gaza), I synchronised the footage of an apparent unarmed man that is walking towards the border fence and is being shot at. pic.twitter.com/eOgvQ6FLHz
— Christiaan Triebert (@trbrtc) 31 de marzo de 2018
En esta imagen compuesta por tres vídeos, se puede ver a un hombre que camina hacia la barrera, a pesar de que disparan cerca de él, hasta que recibe un disparo (no parece que muera). El vídeo sirve para apreciar la distancia que aún le quedaba para llegar a la zona marcada como frontera. No parece que las tropas israelíes estuvieran en una situación de «peligro mortal».
En otras imágenes, se aprecia a personas más cerca de la frontera, pero en esas zonas no es una barrera, sino un muro, y nadie tenía ninguna posibilidad de escalarlo.
A Palestinian mourns her relative in Gaza City a day after he was killed by Israeli forces during border protests. Powerful @AFP photo pic.twitter.com/i9DyrvNTUY
— Joe (@joedyke) 31 de marzo de 2018
Hamás confirmó después que cinco de los fallecidos forman parte de sus unidades armadas. El Ejército israelí destacó que todos los fallecidos eran jóvenes, en concreto «de 18 a 30 años», para dar la impresión de que todos eran peligrosos y que por tanto su muerte estaba justificada.
La primera víctima del día, fallecida antes de que comenzara la concentración, fue Omar Wahid Samur, un agricultor de 27 años muerto por el disparo de un tanque contra lo que los militares identificaron como un puesto de Hamás.
This is what Hamas claims to be a peaceful protest pic.twitter.com/zDPppXdWVd
— IDF (@IDFSpokesperson) 31 de marzo de 2018
En sus mensajes, el Ejército intentó argumentar que la protesta no era pacífica, porque incluía la quema de neumáticos, el lanzamiento de piedras y una infiltración por la noche de miembros de las milicias de Hamás, según su versión. «Hamás es una organización terrorista que controla Gaza con un puño de hierro», dijo una portavoz militar en un mensaje de vídeo.
En una primera edición del artículo sobre las muertes en la concentración, los periodistas del NYT en Israel incluían una frase reveladora: «Para Israel, la perspectiva de enfrentarse a una protesta masiva no armada supone el desafío de intentar mantener la disuasión con la amenaza de medidas duras, mientras intenta al mismo tiempo evitar un número significativo de bajas civiles». En una edición posterior, que incluía más datos, esa frase exculpatoria desapareció el texto al quedar desmentida por la realidad.
Antes del viernes, ya se veía venir qué podía ocurrir. La movilización había sido idea de grupos de activistas independientes, y fue apoyada luego por el Gobierno de Hamás. Como escribe Michael Schaeffer Omer-Man, director del medio digital +972, no importa que se hable de ataques violentos, de campañas políticas que excluyen la violencia o de campañas de boicot a Israel. Cualquier forma de resistencia a la ocupación está considerada una amenaza para el Estado de Israel, y por tanto el uso de la violencia por su Ejército está justificado:
«Incluso si el papel del movimiento islamista (Hamás) es mayor de lo que los organizadores quieren admitir, la historia nos enseña que las fuerzas de seguridad israelíes emplearán de todas formas la violencia contra los manifestantes. Hamás es la excusa más conveniente pero no es realmente necesaria. Israel nunca ha necesitado una justificación para reprimir violentamente la actividad política palestina, en especial cuando las masas salen a la calle».