Alon Liel fue embajador israelí en Suráfrica entre 1992 y 1994. Años antes había trabajado en el departamento del Ministerio de Exteriores que se ocupaba de ese país. Por tanto, conoció el plan y ejecución del sistema de bantustanes, los enclaves creados por el Gobierno surafricano para perpetuar la segregación racial mientras se pretendía haber entregado a la mayoría negra el control de zonas aisladas donde supuestamente podían ejercer su autogobierno.
Liel explica en un artículo en Foreign Policy que eso es precisamente lo que pretende el actual Gobierno israelí con el apoyo del Gobierno de Donald Trump, «una nueva versión de la deplorable política de la antigua Suráfrica para el nuevo milenio», lo que siempre se ha conocido con el término ‘apartheid’.
«Durante esos años, supe que ningún país del mundo, con la excepción de Suráfrica, contribuyó más a la economía de los bantustanes que Israel. Los israelíes levantaron fábricas, barrios, un hospital e incluso un estadio de fútbol y una granja de caimanes en estos estados-marioneta de Suráfrica. Israel llegó hasta el punto de permitir que uno de ellos, Bophuthatswana, tuviera una misión diplomática en Tel Aviv y que su líder Lucas Mangope –marginado por todo el mundo por legitimar y promover el apartheid al colaborar con el régimen surafricano– fuera invitado con frecuencia a Israel».
La prioridad para Israel, como es sabido, era la venta de armas al Gobierno de Pretoria. Esa cooperación arrancó en 1974 y terminó en 1994 con la elección de Nelson Mandela. Algunos dirigentes israelíes creían además que Suráfrica era maltratada por la mayoría de los países, al igual que ocurría con ellos, al no reconocerse su aportación en la lucha contra la URSS en la Guerra Fría.
Liel cree que no hay ninguna duda sobre la intención de los promotores del llamado plan Trump. El mapa que forma parte del proyecto no deja margen para la duda.
«El mapa incluido en el plan de Trump es una imitación del modelo de bantustanes, con fragmentos de territorio palestino rodeados por territorio controlado por completo por Israel, lo que convierte en permanente la dominación de un grupo étnico o religioso por otro. Eso viola los principios del Derecho internacional y legitima un modelo de apartheid en el siglo XXI».
Israel y la Suráfrica del apartheid: la historia de una larga amistad. Guerra Eterna, diciembre 2013.