Diez capitales de provincia ya están en manos de los talibanes en Afganistán. Gazni, a 150 kilómetros al sur de Kabul, ha sido la conquista más reciente. El Gobierno de Kabul no parece estar en condiciones de lanzar contraataques que le permitan expulsar a los insurgentes, como sí pudo hacer en dos ocasiones en Kunduz en los últimos años. La victoria talibán no es segura, pero será un hecho irreversible si continúa la actual tendencia.
Según una fuente anónima de la inteligencia norteamericana citada por Reuters, Kabul podría quedar aislada en treinta días. En noventa días, los talibanes pueden estar en condiciones de ocupar la capital del país. El pronóstico se cumplirá a menos que el Gobierno consiga que sus tropas dejen de abandonar sus puestos de combate y pueda enviar los refuerzos necesarios a las localidades sitiadas, dos cosas que hasta ahora no se han producido.
Este panorama no ha conmovido a varios países europeos, para los que el avance de los fundamentalistas y la huida de 300.000 afganos de las zonas más castigadas por los combates no son motivos suficientes para interrumpir la deportación de migrantes de ese país.
Seis gobiernos europeos consideran prioritario mantener el ritmo de las expulsiones. Han enviado una carta a la Comisión Europea que dice que «detener los retornos (de migrantes) envía el mensaje equivocado y es probable que motive a que más ciudadanos afganos abandonen su país con destino a la UE», dicen los ministros de Austria, Dinamarca, Bélgica, Holanda, Grecia y Alemania.
Cualquiera diría que los combates actuales y el temor a una vuelta al poder de una dictadura teocrática serían motivos suficientes para que muchos afganos se vean obligados a huir a los países vecinos –decenas de miles lo han hecho ya a Irán–, pero los ministros dan más importancia a eso que se llama el «efecto llamada» a cuenta de decisiones políticas tomadas a miles de kilómetros.
La carta indica que en 2020 los afganos fueron el segundo grupo nacional en las solicitudes de asilo. La última ofensiva talibán que ha provocado el desmoronamiento de las fuerzas gubernamentales no es evidentemente la primera que se produce en estos años. Varias zonas del país han vivido en una inestabilidad permanente, producto de los enfrentamientos entre el Ejército y los insurgentes. Sus habitantes creen que ya es cuestión de tiempo que los talibanes se apoderen de sus ciudades y pueblos. Las mujeres ya saben cuál es el destino que les espera. Aquellos que hayan trabajado para el Gobierno corren el peligro de ser fusilados o ahorcados.
En realidad, cada Gobierno europeo no necesita pedir permiso a la Comisión Europea para deportar a extranjeros a los que no concede la residencia o el asilo político. Lo que quieren es que la Comisión les dé cobertura política a cada uno de ellos para continuar con esa práctica precisamente cuando se recrudece la guerra civil en Afganistán. Entonces podrán decir que es una decisión ‘de Europa’.
El último comunicado de Médicos sin Fronteras sirve para hacerse una idea sobre la situación actual y su impacto en las vidas de la gente.
En Lashkar Gah, donde MSF presta apoyo al hospital de Boost, se están produciendo intensos combates en la ciudad desde hace más de una semana. La vida está paralizada y el personal sanitario atiende urgencias médicas, obstétricas y quirúrgicas. Este mismo personal permanece en el hospital para tratar a los pacientes mientras se producen bombardeos, ataques con morteros y con misiles muy cerca del recinto médico. (…)
Los combates también se han intensificado en Kunduz y sus alrededores. A finales de la semana pasada la ciudad cayó en manos del EIA. Cuando la violencia se intensificó en julio, las oficinas de MSF fueron transformadas en una unidad de traumatología con 25 camas, donde el equipo atendió a los heridos por explosiones, balas y metralla. Entre el 1 y el 9 de agosto, se atendió a 127 pacientes por heridas de bala y explosión, entre ellos 27 niños menores de 16 años.
Las mujeres embarazadas se ven especialmente afectadas, al igual que los enfermos crónicos.
«Las urgencias médicas, los partos y las enfermedades crónicas no se detienen en tiempos de guerra. Sólo habíamos tenido una mujer embarazada en el hospital», explica Sarah Leahy, coordinadora del proyecto de MSF en Helmand, «pero al día siguiente, cuando los combates se calmaron un poco, una decena de mujeres embarazadas consiguieron llegar hasta nosotros. Sabemos que las necesidades están ahí. Nos preocupa mucho que las mujeres tengan que dar a luz en casa sin ayuda médica. Pueden surgir complicaciones que pondrían en riesgo sus vidas y las de sus bebés».
«La situación en Afganistán empeora cada día desde todos los puntos de vista», ha dicho el jefe de misión de la Organización Internacional para las Migraciones, Stuart Simpson. ¿Cómo no querer huir de un país que está sufriendo de esta manera?
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Foto: una niña en un campamento que alberga en Kabul a civiles desplazados por los combates (Jawed Kargar, EFE).