Un joven de 26 años llamó a la policía de Seattle el 6 de enero para comunicar que acababa de matar a su hermano. Dijo que pensaba que se había convertido en un reptil. «Dios me dijo que él era un reptil», dijo, según el atestado policial. Buckey Wolfe fue acusado de asesinato. La Fiscalía afirmó que es un enfermo mental.
Una persona que examina las teorías de la conspiración, y en especial las llamadas QAnon, ha seguido el rastro que dejó el asesino en YouTube a través de sus ‘me gusta’. No son los únicos vídeos que vio en esa plataforma, pero está claro que sí vio esos vídeos señalados. En lo que se ha fijado es en la evolución de su interés.
Al principio, no había nada político en sus aficiones, que se limitaban a vídeos musicales y sobre estar en forma. Se inició en montajes conspiranoicos, primero de los autores más conocidos (Alex Jones y otros como él) y luego con producciones mucho más delirantes, incluidos vídeos sobre reptilianos.
YouTube abarca todo, desde lo más convencional hasta lo minoritario y extremista. Eso es lo que se ha entendido siempre, además de la dificultad de cribar esa inmensa cantidad de material audiovisual. Sin embargo, en el último año, han aparecido artículos que van más allá, que afirman que YouTube está primando los contenidos más extremistas y cuestionables, y entre ellos obviamente están teorías de la conspiración que cuentan con esa plataforma con una de sus principales herramientas de difusión.
Como ejemplo, este artículo del NYT, según el cual, después de los incidentes racistas de Chemnitz, YouTube recomendaba vídeos extremistas que difundían noticias falsas y mensajes racistas contra los inmigrantes. También este reportaje de The Guardian, que también confirma que el algoritmo de la empresa tiende a recomendar contenidos extremistas y conspiranoicos, y hasta violentos en el caso de YouTube Kids.