La ciencia siempre termina desenmascarando a los políticos. Desgraciadamente, a veces lo hace demasiado tarde porque necesita su tiempo y porque los políticos hacen mucho más ruido. Sin embargo, en estos tiempos en los que pasan décadas en una semana, hasta se consigue adelantar a algunos de ellos. Tampoco es que a los políticos ventajistas les importe mucho.
Este fin de semana, la OMS desbarató los planes de los que creían tener la solución mágica e indolora. Los llamados ‘pasaportes inmunológicos’ se habían convertido en la ‘bala de plata’ contra el hundimiento económico causado por la pandemia de coronavirus. Descubrimos quiénes están inmunizados al haber estado contagiados, con o sin síntomas, y les damos vía libre para que vuelvan al trabajo, mientras los demás sólo deben esperar un poco porque vamos a hacer tests masivos a centenares de millones de personas en todo el mundo en cuestión de semanas. Eso originaría la existencia de ciudadanos de primera y segunda clase durante un tiempo. Un asunto éticamente dudoso. Pero si funciona, no lo dudes. Prueba superada. Vuelta a la normalidad. ¿Ven cómo no era tan difícil?
«No hay pruebas actualmente de que la gente que se haya recuperado del COVID-19 y tenga anticuerpos esté protegida de una segunda infección» (y por tanto de que no pueda contagiar a otras personas), dijo la OMS.
Pero la OMS sabe mucho menos de ciencia que Pablo Casado. El sábado, el líder del PP reiteró su lista habitual de exigencias al Gobierno: «Exigimos test masivos para que los españoles salgan cuanto antes sin riesgos y la economía se reactive». Voilà. Saber que sin tests y sin conocer el alcance real de la pandemia en cada país no se puede planificar la respuesta no te convierte en candidato al Premio Nobel. La OMS lo dijo hace tiempo marcando el camino que cada Gobierno está obligado a recorrer. Pero además Casado introdujo la condición imposible que ningún país puede cumplir, «que los españoles salgan cuanto antes sin riesgos». Es el recurso con el que podrá acusar al Gobierno de haber sacado tarde al país del confinamiento y en su caso de haber decretado muy pronto su fin si las cosas vienen mal dadas.
En el mundo de las palomitas y las gominolas de Casado, es posible escapar de la sombra del coronavirus sin riesgos. Es sólo el Gobierno el que no quiere que eso se produzca a causa de su pura maldad. En su argumentario distribuido a los dirigentes del partido, el PP sostiene que el Gobierno ya sabía en febrero todo lo que iba a pasar: «También los propios datos que tenía el Gobierno, porque sabía ya en febrero que el virus había entrado por nuestro país por 15 vías diferentes».
Es falso. El texto se refiere a un artículo que no decía eso. Hablaba de un estudio genético que ha llegado en abril a la conclusión de que el coronavirus ya circulaba en España en febrero, no que el Gobierno lo supiera entonces. Es un análisis que se puede hacer extensible a otros países europeos y a EEUU.
Confiar en los consejeros de los científicos que trabajan en la Administración debería ser mejor que manejar interpretaciones manipuladas de un estudio, pero se ha convertido en un test político a partir de la decisión de la extrema derecha, que ha arrastrado a otros fuera del mundo de Vox, de hacer a Fernando Simón el responsable de todos los percances. Un columnista de ABC le ha llamado «el Tío de la Rebequita» (es más sencillo reírse de alguien por su forma de vestir que disputar sus conocimientos). Otro se ha quejado de su «lenguaje melifluo, aproximativo, especulativo» (ignorando que cuando la ciencia no conoce la razón exacta de algo está obligada a reconocerlo). Hay gente en la derecha que está convencida de que toda la OMS debería dimitir. Para los asesores científicos en España, no descarta que tengan que pasar por la Audiencia Nacional.
Es conveniente sospechar de las intenciones de los políticos que exigen soluciones sin riesgo para permitir la salida de la gente a la calle o la vuelta generalizada a los centros de trabajo. No hay ninguna alternativa en estos momentos que carezca de efectos secundarios o situaciones muy difíciles de controlar. No es exactamente un salto en el vacío, pero cuanto mayor es, más dudas surgen sobre si habrá debajo una red lo bastante grande.
Este domingo, se volvió a comprobar ese dilema. Era el primer día en que los padres podían dar un paseo de una hora con sus hijos. Una medida que no carece de riesgos, pero que el Gobierno no podía retrasar por más tiempo. Millones de niños por la calle con uno o dos progenitores no suponen una situación fácil de controlar –los paseos marítimos fueron un imán– o valorar. Hubo escenas preocupantes por la acumulación de gente en algunas zonas y otras mucho más tranquilizadoras. Como todo lo que ha ocurrido en esta crisis, la gente va aprendiendo cada día. Si no lo hace, vamos a tener problemas y ya saben cuáles.
El domingo fue también el día en que se celebró otra de las conferencias de presidentes autonómicos en las que Pedro Sánchez les informa de lo que ha decidido y promete escucharles antes de que vuelva a tomar otra decisión por su cuenta. El decreto de estado de alarma le avala legalmente, pero le deja vulnerable a las críticas de los gobiernos autonómicos. Algunos de ellos desearían un modelo parecido al Estado federal alemán, olvidando que en España no hay un Estado federal y que en Alemania la última palabra también la tiene Angela Merkel. La diferencia, no menor, es que Merkel ha decidido después de escuchar a los gobiernos de los länder cuando había que dar un paso más sobre la retirada progresiva de las prohibiciones.
En esa reunión por videoconferencia, Isabel Díaz Ayuso volvió a dar la nota. En las anteriores, había sido la única en tener problemas por razones técnicas o la única en aparecer tarde porque antes tenía que presenciar cómo aterrizaba un avión en Barajas con material de ayuda (ella no lo descargó). Este domingo, también contaba con otro compromiso ineludible, por el que tuvo que intervenir al principio para largarse acto seguido. Debía asistir a una misa en la catedral de la Almudena por las víctimas del coronavirus en la que estuvieron un puñado de autoridades. La misa fue retransmitida en directo por Telemadrid, lo que seguro que no tuvo nada que ver con la presencia de Ayuso.
Mientras, en la reunión se quedaron a seguir trabajando presidentes de comunidades autónomas en los que hay un número muy pequeño de casos de coronavirus comparado con el de Madrid. Los mismos que hace unos días tuvieron que escuchar a la responsable de la sanidad madrileña y sus residencias de ancianos decir que las demás autonomías habían «espabilado» gracias a Madrid. La comunidad donde han fallecido 7.922 personas.
Pero no entendían que la misa televisada empezaba a las 12.00. Hay gente que no tiene claras las prioridades.