El ministro de Interior ha elevado el nivel de represión teórico hasta niveles difícilmente superables en una sociedad democrática. El fracaso de la policía en impedir los disturbios violentos producidos en Barcelona se ha convertido en una necesidad perentoria de criminalizar la disidencia política equiparando a los grupos antisistema, por utilizar la terminología convencional, con los grupos terroristas.
Jorge Fernández Díaz se ha inventado el «delito de integración en organización criminal» a sabiendas de que el Congreso no tendrá inconveniente en poner en marcha una nueva reforma del Código Penal, un Frankenstein lleno de remiendos y cicatrices que se retoca de vez en cuando al calor de ese fenómeno paranormal que es la «alarma social».
La creatividad jurídica del ministro ha llegado al punto de considerar la resistencia pasiva ejemplo de atentado contra la autoridad.
Antes, Jorge Fernández Díaz, había avanzado en la Cámara el deseo de Interior de incluir «como delito de atentado contra la autoridad la resistencia activa o pasiva grande ante las fuerzas de seguridad e incluir entre las modalidades de acometimiento las amenazas y comportamientos intimidatorios, la embestida y lanzamiento de objetos peligrosos y considerar como agravante la comisión de estas conductas delictivas».
Aplicar recortes económicos dramáticos obliga al final a elevar el umbral de la represión. En el fondo, cuando dicen que no podemos ser como Grecia no se refieren a caer en ese agujero económico, sino a impedir que se desate la respuesta social.
Este es un país en el que puedes ir cuatro años a prisión por lanzar una tarta contra una autoridad. Pero si has sido condenado a seis años por un tribunal en un caso de corrupción, como en el caso de Matas, la fiscalía no pedirá tu ingreso en prisión porque supone que el Tribunal Supremo entrará en razón y no se atreverá a enviar a la trena a un ex presidente.
«Amenazas y comportamientos intimidatorios, la embestida y lanzamiento de objetos peligrosos…». Supongo que algún licenciado en derecho puede explicar que este tipo de conductas violentas ya está englobado en el concepto de desórdenes públicos.
De lo que se trata es de permitir que la policía pueda detener con red a sospechosos, o gente tan peligrosa que se dedicaba a la resistencia pasiva, e impedir que un juez los ponga en libertad, con o sin cargos, al no haber pruebas que los relacionen directamente con hechos delictivos concretos. La carga de la prueba es una molestia excesiva cuando de lo que se trata es de ilegalizar las protestas ciudadanas. Se les imputa pertenencia en banda armada organización criminal, y ya tienes garantizado que la detención por la policía suponga automáticamente el ingreso en prisión.
¿Las pruebas? No me venga con el «buenísimo jurídico» (sic).
Una aplicación de la doctrina del shock de manual, saltándonos la necesidad de dictadores. Viva y bravo.
me ha encantado la entrada y me gustaría publicarla en mi blog bajo tu nombre si te parece bien http://sicomments.blogspot.com , ya me dices, un saludo.
Supongamos que la situación termina poniéndose peor de lo que ya está en España. Supongamos que se convoca una manifestación -como la de el otro día- y decido ir.
Supongamos que la Policía Nacional decide comportarse tan educada y cortesmente como lo ha venido haciendo últimamente, por ejemplo, sacando un ojo a muchacho como ya ha sucedido.
Supongamos que los ánimos se encienden y finalmente algunos nos alteramos y nos detienen.
Supongamos que voy a la cárcel seis años.
Ahora, ya no supongamos nada más, si me van a meter en la puta cárcel seis años por resistirme a la autoridad o por arruinar la estética capilar a una señora, entonces prepárense para lo que algunos seremos capaces de hacer.
El problema de la presión es que o la aplicas correctamente o se vuelve en tu contra.
Pingback: La criminalización de la disidencia
L’homme Machine lo ha explicado mejor que nadie. Si me van a meter en la cárcel sólo por asistir a una manifestación, me da lo mismo que me encarcelen por provocar disturbios.
A mi, en fin, estas cosas me gustan. Movilizan y encabronan al personal mas de lo que lo hace la economía.
El gobierno tiene miedo a otro 15-M. No quiere otra acampada en Sol enquistada. Ni siquiera una cacerolada a la argentina las puertas del congreso. Cuestión de imagen, supongo. Lo que no sabe el gobierno es que cuando la represión toque de lleno a la gente, no se organizarán por internet o intentarán realizar asambleas buenrollistas de esas en las que todo el mundo tiene la palabra. Los estallidos sociales se generan espontaneamente, sin preparación, sin un objetivo claro, sin un lider. Un día hay un run-run en los bares, en las esquinas, al otro empiezan a aparecer las primeras pintadas, al siguiente los cristales de bancos, ministerios y comisarías reciben sus primeros huevazos, puede que tambien alguna otra pedrada. Empiezan las agresiones en las calles, las primeras escaramuzas con la policía salen en los medios. Puede que sean pocos al principio, pero se puede repetir en varias ciudades y el efecto imitación empieza a ser peligroso. La policia interviese, abre unas cuantas cabezas a golpe de porra, saca unos cuantos ojos con balas de goma, mete en la carcel a quien siga dando un paso adelante, y a esperar a que la justicia haga su trabajo. La cosa puede acabar de dos formas: la gente agacha la cabeza y vuelve a casa, o empieza a matar a navajazos al primer soldado frances con el que se cruza. O puede que, de forma aún más deseable, sin previo aviso y sín días de estupor previo, a la gente enfurecida le de por asaltar el parlamento para echar de una vez al canalla de Milosevic. Cuidado con la gente, que es escoria, pero es mucha.
Remember, remember the 15M…
Pingback: Por la Sanidad Pública: dedicado al ministro de Interior (Jorge Fernández Díaz) | El Mundano
Sin duda muy agudo.
http://juegosparapc7.com/descargar-gta-san-andreas/
si alguien dice q te va a quitar derechos basicos como el de manifestacion o libertades basicas, a mi no me motiva a escribir un blog, me pregunto si no nos arrepentiremos, y nos preguntaremos como en el caso del nazismo, si no hicimos lo suficiente, si soñaremos el resto del futuro con volver al pasado y encontrarnos con ese Hitler, y demostrarle la diferencia entre violencia y pacifismo, como en la pelicula:
http://www.filmin.es/labs/serie/episodeBoxIE.php?w=855&h=420&serie=42&season=3&version=2&episode=4&l=true&c=false
Ya no se acuerdan de las «manis» a las que acudían complacientes para atacar a Zapatero allá donde hubiese oportunidad.
Iñigo, dices que la policia fracaso en evitar incidentes, pero para fracasar hay que intentarlo. Yo estaba alli, y no voy a entrar en conspiparanoias de que son infiltrados quien provocan los altercados. Pero te aseguro que tampoco lo impidieron hasta que hubieron suficientes fotos.
Posteriormente hicieron cortes en calles que sinceramente impedian que la gente se dispersase, convirtiendo aquello en una ratonera.
Pingback: Quid custodia custodes « La mirada del mendigo