Con ocasión de las negociaciones del tercer rescate griego, tuvimos la oportunidad de escuchar a varios líderes europeos el argumento de la soberanía limitada en la eurozona. Las obligaciones que impone la troika están por encima de la voluntad popular expresada en las urnas.
Ahora tenemos la versión portuguesa de esa doctrina, esta vez ejecutada desde el propio país. El presidente, Aníbal Cavaco Silva, ha encargado a Passos Coelho la formación del Gobierno, a pesar de que el líder de la derecha no cuenta con la mayoría absoluta en la Cámara. Cavaco ya sabe que los otros tres partidos han alcanzado un pacto con el que nombrar primer ministro al socialista António Costa.
¿Las razones de Cavaco?
«En 40 años de democracia ningún Gobierno en Portugal ha dependido del apoyo de fuerzas antieuropeas, es decir, fuerzas que han hecho campaña para anular el Tratado de Lisboa, el Pacto Fiscal, el Pacto de Crecimiento y Estabilidad, así como desmantelar la unión monetaria y sacar a Portugal del euro, además de pretender la disolución de la OTAN.
Después de llevar a cabo los onerosos programas de asistencia financiera que han supuesto fuertes sacrificios, es mi deber, dentro de mis poderes constitucionales, hacer todo lo necesario para que no se envíe un mensaje equivocado a las instituciones financieras, los inversores y los mercados».
Así que los votos ya no importan tanto en un sistema parlamentario en el que la estabilidad sólo está garantizada cuando procede de un Gobierno que cuente con el apoyo de la mayoría absoluta de los escaños. Por un lado, están las fuerzas del mal a las que por su ideología se les denomina «fuerzas antieuropeas». Sus votos deben de valer menos. Y además, Cavaco cree que, con independencia de lo que dicten las urnas, lo más importante es enviar el mensaje correcto a la troika y los mercados.
Democracia o europeísmo. Según la lógica de Cavaco, no se puede tener las dos cosas juntas.