Todo el mundo ha caído enamorado de Yanis Varufakis. Primero, fue la izquierda antitroika, más tarde varios medios y analistas que tienen claro que la deuda griega es insostenible (no en España, claro, donde liberales y socialdemócratas creen que cualquier cosa que sea salirse de la Sinfonía Merkel sólo puede traer muerte y destrucción); no olvidemos tampoco al sector nada despreciable que se pregunta por qué todos los políticos tienen que vestir igual; y finalmente los inversores griegos parecen estar más tranquilos.
La Bolsa de Atenas ha subido este martes un 11,2% (y los bancos, un 17,9%). El índice general casi ha recuperado todo lo perdido desde el día de las elecciones, no así los bancos. Siempre es muy discutible establecer una relación causa-efecto inmediata entre movimientos políticos y bursátiles, pero todo el mundo coincide en que el avance ha sido posible por el pragmatismo mostrado por Varufakis en sus contactos en París y Londres, que incluye promesas a los inversores privados en bonos griegos de que no se verán afectados y por el plan que el ministro ha trazado en una entrevista con el FT.
La deuda griega, en un 175% del PIB, es una trampa letal de la que hay que escapar, lo que es complicado si Alemania y otros países se niegan a aceptar la salida ortodoxa en estos casos: renegociación y quita. El plan de escapada de Varufakis consiste en una serie de canjes de la deuda con dos tipos de bonos nuevos. Uno de ellos estaría vinculado al crecimiento económico y reservado a los préstamos concedidos a Grecia por otros países de la eurozona, entre ellos España. Los otros, que llama «bonos perpetuos», serían los que reemplazarían a la deuda griega ahora mismo en manos del BCE. No habrá quita, pero en definitiva haría depender la devolución de los créditos al crecimiento.
A eso hay que unir la promesa de mantener un superávit fiscal primario de entre el 1% y el 1,5%, muy inferior al que tenía en los últimos meses el Gobierno de Samarás, y una reforma fiscal que se enfrentará de forma agresiva al muy extendido fraude a la Hacienda griega.
Antes de pensar en si esta compleja ingeniería, como la ha llamado Varufakis, pueda funcionar, conviene apostar sobre seguro y pensar que el plan recibirá el ‘no’ de costumbre de Alemania. Resulta difícil además creer que el BCE vaya a aceptarlo.
A pesar de toda la urgencia y drama, muy reales por otro lado, esta es una carrera de resistencia. Varufakis recibió poco más que buenas palabras en París y una actitud más receptiva en Londres (a fin de cuentas los británicos no están en la eurozona pero se verían perjudicados por cualquier desenlace traumático), y este martes Tsipras ha disfrutado de un recibimiento mucho mejor en Roma, donde Renzi se ha mostrado solidario con los esfuerzos griegos sin parecer agresivo contra Merkel (la ‘finezza’ de los italianos, ya se sabe).
Las citas más complicadas para Varufakis son las siguientes. Miércoles en Frankfurt con Draghi, el jueves en Berlín con Schäuble. Como acabar una etapa del Tour de Francia en el Tourmalet.
Es probable que necesite otro plan de fuga. Los gobernantes de la prisión le tienen muy vigilado.
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Foto: Varufakis en Roma con el ministro italiano de Hacienda.