El kibbutz Kfar Aza está situado a sólo dos kilómetros de la frontera con Gaza. Fue una de las localidades que recibieron el sábado 7 de octubre el ataque de las milicias de Hamás que habían entrado en territorio israelí y sufrió una de las peores matanzas ocurridas estos días. El Ejército israelí tardó dos días en recuperar el control de la población de unos 700 habitantes, según el general Itai Veruv, que dirigía las tropas. Los militares informaron de que el número de muertos superaba el centenar. «En 40 años de servicio, he visto muchas cosas difíciles, pero nada como esto», dijo Veruv.
A partir del martes, comenzó una segunda batalla en torno a lo ocurrido en Kfar Aza, la guerra de la propaganda que siempre ha acompañado al conflicto israelí-palestino. El Ejército invitó a un grupo numeroso de periodistas extranjeros a que visitaran la población para que la noticia se extendiera con rapidez. Varios de los principales medios israelíes no fueron convocados, pero sí por ejemplo un equipo de un canal israelí de noticias, que pasó a ser la primera, y durante unas horas, única fuente de los hechos.
«He hablado con algunos de los soldados y me dicen que lo que han visto al entrar en las casas ha sido a bebés con la cabeza cortada. Eso es lo que han dicho. Familias halladas en sus camas», dijo a la cámara la reportera Nicole Zedeck del canal i24News. La cuenta oficial del Estado de Israel en Twitter, que gestiona el Ministerio de Exteriores difundió el vídeo con el testimonio de Zedeck y las palabras «40 bebés asesinados».
Un oficial de la unidad que recuperó el kibbutz y que combatió contra los miembros de las Brigadas Izzadim Al Qassem dijo ante la cámara de i24News que se habían producido esas decapitaciones. «Ellos decapitaron a niños. Decapitaron a mujeres».
Por mucho que la cifra de víctimas fuera mucho mayor en el ataque al festival rave en el desierto del Neguev, donde fallecieron tiroteadas en torno a 250 personas, la noticia de Kfar Aza tenía un impacto aun más dramático al haber niños o bebés entre los asesinados, como también lo tienen las imágenes de niños rescatados sin vida de los escombros de los edificios bombardeados en Gaza. Desde ese punto de vista, la gran cobertura recibida en las primeras horas no era extraña ni el valor que tenía para el Gobierno como arma de propaganda en un momento en que las televisiones difunden imágenes de los ataques masivos de Gaza.
Sin embargo, el relato de los hechos se limitaba al testimonio de soldados que no habían sido confirmado por el Ejército de forma oficial, algo que no suele tardar mucho tiempo. Los periodistas no vieron esos cadáveres decapitados. Sí observaron seis cadáveres de víctimas israelíes introducidos en bolsas negras en la entrada del pueblo, otros cuatro en una pista de baloncesto, más cuerpos cubiertos con mantas y otros de los asaltantes.
La agencia turca Anadolu se puso en contacto con los portavoces habituales del Ejército, que no confirmaron la existencia de bebés entre los asesinados ni el dato macabro de que habían sido decapitados. «Hemos visto las noticias, pero no contamos con detalles o confirmación sobre ellas», respondió una portavoz en la tarde del martes.
Otro portavoz dijo al diario francés Libération que se habían producido atrocidades, pero que no podía «confirmar estas decapitaciones ampliamente difundidas». Es la misma respuesta que recibió un periodista de CNN.
La crónica sobre el terreno del equipo de la cadena británica Sky News contó lo que pudo ver el reportero y las dimensiones de la tragedia sin entrar en detalles que aún no podía confirmar, como la cifra total de muertos y el estado de las víctimas.
«Ayer estuve en Kfar Aza», escribió el miércoles el periodista francés Samuel Forey, que escribe para Le Monde: «Nadie me habló de decapitaciones, aún menos de niños decapitados, aún menos de 40 niños decapitados». Habló con varios militares y ninguno le dijo nada sobre cadáveres sin cabeza. No pretendía minimizar lo que presenció: «Lo que vi ayer en Kfar Aza fue terrible».
El periodista israelí Oren Ziv también estuvo en Kfar Aza. Afirma que no vio ninguna prueba de las alegaciones sobre decapitaciones ni los mandos militares y soldados con los que habló le comentaron nada de ello. «Las escenas eran horribles con decenas de cadáveres de israelíes asesinados en sus casas», dice. Un portavoz militar le dijo: «En este momento, no podemos confirmarlo. Somos conscientes de los actos terribles de los que Hamás es capaz». El Ejército dio el miércoles la misma respuesta o similar a todos los periodistas que preguntaron.
En España, la noticia sin confirmar fue utilizada con rapidez por algunos medios de comunicación y políticos. Con el único testimonio de la periodista de i24News, El Mundo y ABC publicaron sendas noticias en la tarde del martes. El Partido Popular fue más agresivo y empleó la matanza para atacar al Gobierno de Pedro Sánchez y a los partidos que lo apoyan. «Cuarenta bebés decapitados y el gobierno de Sánchez anda en la equidistancia entre los terroristas y las víctimas», escribió Isabel Díaz Ayuso.
«Hamás decapitó bebés en sus cunas. BEBÉS EN SUS CUNAS. Y no voy a decir nada más. Los contextualizadores y equidistantes os podéis ir a la mierda, eso sí» (mayúsculas en el original), dijo el diputado y portavoz del PP, Borja Sémper.
La tarea de retirada de cadáveres no comenzó hasta el martes ante la necesidad de asegurar la zona y limpiarla de granadas y trampas explosivas. Sin embargo, medios y políticos de fuera de Israel ya decían saber lo que había ocurrido e incluso ofrecían cifras que no habían sido confirmadas por el Ejército.
La noticia se extendió por rapidez por todo el mundo, siempre con la única fuente de i24News. Un recuento de su alcance en Twitter suma 44 millones de impresiones, 300.000 ‘likes’ y 100.000 retuits. El medio de la oposición bielorrusa Nexta, muy activo en las noticias sobre Ucrania con un millón de seguidores en Twitter, dijo que «Israel había mostrado al mundo los cuerpos de 40 bebés israelíes decapitados encontrados después de una masacre», un dato que era falso. Los periodistas no llegaron a ver ningún cadáver de un niño o bebé ni ninguna imagen o vídeo facilitada por los militares.
La noticia encabezó las portadas de muchos periódicos europeos. En el caso de los británicos, dando por hecho elementos que no estaban confirmados. «Hamás ‘cortó la garganta a bebés’ en una masacre», tituló The Times. «Matanza de bebés y niños por Hamás», fue el titular de The Daily Telegraph.
Mucho después de que aparecieran estas noticias, en la tarde del miércoles, un portavoz del Ejército dejó claro que los militares no tienen interés en ofrecer más datos. Le preguntaron sobre el asunto que había monopolizado el interés de medios y políticos, la existencia de bebés decapitados como símbolo del horror ocurrido. «No vamos a investigar el estado de los cuerpos e, incluso si lo hiciéramos, no comentaríamos en público el estado de los cuerpos de nuestros civiles. Y de los bebés», dijo el mayor Nir Dinar a Business Insider.
Tampoco iba a facilitar el número de bebés muertos. «Los crímenes de guerra cometidos por Hamás son obvios para el mundo. No necesito entregar pruebas y no lo voy a hacer. Sería una falta de respeto hacia los muertos».
La matanza había existido y sus dimensiones eran estremecedoras. Ningún medio conocía con exactitud datos esenciales para justificar los titulares. Pero la noticia había cumplido su misión como herramienta de propaganda justo cuando el Ejército se prepara para el futuro asalto por tierra sobre Gaza. Para el Ejército, ya no era necesario entrar en detalles.
La historia tiene un giro final no tan inesperado. David Ben Zion, ese oficial que dijo a i24News que “ellos decapitaron a niños”, es un ultraderechista que en su vida civil es el vicepresidente del Consejo Regional de Samaria, una organización de colonos que dirige los asentamientos israelíes del centro y norte de Cisjordania y que cree firmemente que todos esos territorios palestinos pertenecen por derecho propio a los judíos.
Ben Zion hizo un llamamiento público por la erradicación de una localidad palestina contra la que se realizó una represalia –en la que prendieron fuego a 75 casas y cien coches– por un ataque en marzo de este año en el que mataron a dos colonos.
“El pueblo de Huwara debería ser borrado hoy”, escribió. “Ya vale de hablar de construir y fortalecer el asentamiento. La disuasión que se ha perdido necesita ser restaurada inmediatamente. No hay sitio para la misericordia”. El mismo mensaje, que Huwara debería ser erradicada por el Estado israelí, fue pronunciado por el dirigente ultraderechista Betzalel Smotrich, ministro de Finanzas del Gobierno de Netanyahu.
El principio detrás de la historia de lo publicado sobre Kfar Azar es muy conocido. Quien controla la información sobre una guerra, controlará lo que piense la opinión pública sobre esa guerra.