Tres medios han coincidido en menos de 24 horas para dar una historia muy similar, basada en fuentes anónimas, sobre el ascenso al primer puesto en la línea de sucesión del príncipe saudí Mohamed bin Salmán (NYT, WSJ y Reuters). La coincidencia no puede ser una casualidad. El nuevo príncipe heredero, a través de fuentes cercanas a él (la terminología habitual en estos casos) ha querido conceder más información sobre las razones que llevaron a la destitución de Mohamed bin Nayef, que también era ministro de Interior y el principal contacto de los norteamericanos en el poder saudí. Además de eso, los medios tienen otras informaciones que revelan el carácter implacable de MbS en su asalto al poder. No es algo que le perjudique en sus tratos con EEUU.
En la noche del 20 de junio, se reclamó a Bin Nayef que se presentara ante el rey Salmán. Al mismo tiempo, los miembros del Consejo de la Lealtad, el órgano consultivo formado por los representantes más destacados de la familia real, fueron convocados para dar su aprobación al relevo. 31 de sus 34 integrantes votaron finalmente a favor.
Se les dijo que la adicción a los opiáceos que sufría Bin Nayef desde el atentado que sufrió en 2009 le impedía convertirse en rey en el futuro. «Durante años, amigos cercanos de Mohamed bin Nayef habían mostrado su preocupación por su salud, ya que desde el intento de asesinato había sufrido dolores permanentes con signos de padecer el síndrome de estrés postraumático. Su situación hizo que tomara medicación a la que sus amigos temían que se había hecho adicto», escribe el NYT.
Es la versión que MbS quería que apareciera en los medios.
En paralelo, el príncipe recibió la misma orden y se le convenció para que presentara la renuncia. Se había quedado sin su teléfono móvil y sin sus guardaespaldas personales para que no tuviera la opción de pedir ayuda. Se resistió durante horas, pero al final cedió durante la madrugada.
El NYT plantea, según dos fuentes anónimas, que Bin Nayef estaba en contra de la ofensiva contra Qatar, lo que, si es cierto, terminó de decidir al rey y a su hijo. El WSJ insiste en esa posibilidad, llegando a decir que el ministro de Interior prefería una solución diplomática para solucionar los problemas de Qatar, mientras que MbS apostaba por una respuesta agresiva.
Según las fuentes citadas por Reuters, Bin Nayef no esperaba ser reemplazado por MbS, «a quien consideraba responsable de varios errores políticos, como su manejo del conflicto de Yemen y el recorte de los salarios de los funcionarios».
Reuters también da crédito a la idea de que la adicción a los calmantes de Bin Nayef, quizá morfina, fue sólo el pretexto empleado por el rey Salmán para forzar la sustitución (si bien los problemas de salud sí eran reales). Siempre estuvo decidido a tomar las medidas necesarias para que su hijo se convirtiera en monarca. Lo que no se sabía es que tuviera tanta prisa.
Eso plantea dudas sobre su estado de salud a sus 81 años y sobre la posibilidad de que su abdicación esté cerca. «Citando a un testigo de palacio, una fuente saudí afirma que el rey Salmán ha grabado este mes una intervención en la que anuncia la transferencia del trono a su hijo. El anuncio podría hacerse público en cualquier momento, quizá en septiembre», cuenta Reuters.
El WSJ también informa de la existencia de ese vídeo que puede servir en caso de fallecimiento del rey o de su abdicación.
Los tres medios confirman que se permitió a Bin Nayef regresar a su palacio tras presentar la renuncia. Antes se le condujo a una sala donde le esperaba MbS y un hombre con una cámara de vídeo. Como en una escena de película, MbS le besó en la mano para que quedara constancia del pacífico y tradicional relevo de palacio.
El golpe había triunfado. Bin Nayef ha quedado recluido en su palacio, donde los guardaespaldas reciben órdenes del nuevo príncipe heredero. Todo el poder en Arabia Saudí terminará en manos de MbS, cuya agresividad y temeridad indican qué se puede esperar de la política exterior de ese país para las próximas décadas.