El presidente de la Asamblea Nacional venezolana anunció por la mañana que Hugo Chávez estaba «muy bien». Ni caso a los rumores sobre su estado de salud. Luego dijo que Chávez podía dar una «sorpresita». No parece que sea la palabra más adecuada.
Unas horas después, Chávez comunicó en persona que va a someterse a otra operación quirúrgica en los próximos días. Afirmó que en un examen realizado en Cuba el pasado sábado se le detectó «una lesión pequeña de cerca de dos centímetros de diámetro» en la misma zona en la que se le extirpó un tumor cancerígeno. Sobre el nuevo percance, no lo ha llamado tumor, pero ha dicho que ahora es necesario «extraer esa lesión».
Desconozco cómo se puede extraer una lesión. Una cosa es que el lenguaje empleado por Chávez no sea el de un médico. Es posible que hasta la operación no se pueda conocer el alcance de los daños («se verificará si tiene relación con el tumor anterior o no»). Pero está claro que las autoridades venezolanas deberían dar más y mejor información a sus ciudadanos sobre la salud del presidente, obviamente un asunto de interés público.
Primero, cargan contra los que difunden rumores sobre la salud de Chávez y luego él mismo sale confirmando que sigue habiendo problemas. El destino de un Gobierno entero está en juego –las elecciones presidenciales se celebran en octubre– y el presidente del Parlamento juega a desinformar o no se entera de lo que está pasando. La pregunta que se tienen que estar haciendo los venezolanos es si Chávez llegará vivo a las elecciones. Eso no es rumorología, sino una preocupación lógica. Tienen derecho a la mejor información posible.
¿Pero qué clase de demagogia es esta? ¿Qué pasa, que en Europa damos siempre información pormenorizada y detallada de las enfermedades que aquejan a nuestros líderes? ¿Ah sí? ¿Como con el rey de España, sin ir más lejos? Seamos francos, dar medias verdades e informar malamente sobre la salud de los altos cargos nacionales no es, ni de lejos, patrimonio exclusivo de los venezolanos. Pero por algún motivo en su caso es un asunto que merece ríos de tinta, mientras que si Esperanza Aguirre coge una baja para extirparse un ‘bulto’ en un pecho, no se reproduce esto. A mi el lenguaje que ha utilizado Chávez me recuerda mucho al que usaban los médicos con mi madre cuando le detectaron ‘una masa’ que no sabían si era benigna o maligna (palabras textuales).
Totalmente de acuerdo con Lost Dreamer. A menudo nuestro ombligo está igual o peor que lo que vemos tan lejano por ahí.