Cinco años después, Grecia vuelve a otro momento definitivo, pero esta vez parece que va en serio. No importa todo lo que ha ocurrido desde entonces. Al final, estamos donde estábamos en 2010. El máximo responsable de la Eurozona, el ministro holandés Dijsselbloem, lo ha dicho en la tarde del sábado en Bruselas: «Grecia debe pagar sus deudas». El imperativo moral no ha perdido fuerza en el credo oficial de la UE. Contra toda lógica económica, los responsables de la troika afirman que la receta para salir del agujero es una dosis aún mayor de la medicina que hasta ahora no ha funcionado. Y a los dirigentes de Syriza se asigna el papel de herejes a los que hay que lanzar a la hoguera.
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Y después llegó el corralito.