Una de las razones por las que se propagan con tanta facilidad las teorías de conspiración es porque a mucha gente no le gusta la realidad. No le gusta que determinado partido o líder gobierne el país después de ganar las elecciones. Tiene que haber algo que haya engañado a tanta gente para que hayan elegido a esa persona. Un engaño colectivo, propiciado a buen seguro por los medios de comunicación o por todos aquellos que controlan en secreto la política, en el que han caído muchos ingenuos. Sólo unos pocos saben de verdad lo que está sucediendo.
La última teoría de la conspiración que circula en EEUU entre muchos partidarios de Donald Trump es una versión distinta y muy interesante, pero no por ello menos enloquecida. La idea es que todo va bien porque hay un plan oculto para acabar con la corrupción estructural de EEUU y del mundo. El salvador es obviamente Trump.
Todo ese caos característico de la Casa Blanca que tanto espacio ocupa en los medios es sólo una pantalla para esconder una operación que más tarde o más temprano acabará con los malvados. Estos últimos son los sospechosos habituales de los últimos tiempos –Hillary Clinton, Barack Obama…–, pero todo se remonta a mucho tiempo atrás.
Se llama QAnon o también The Q o The Storm (la tormenta). Esto último por un aviso que Trump lanzó en 2017 a los periodistas en un par de frases. «Quizá sea la calma antes de la tormenta», dijo mientras le hacían fotos con los invitados de ese día en el Despacho Oval. ¿Qué tormenta?, le preguntaron. «Ya se enterarán», respondió. Era la época de sus amenazas a Corea del Norte, y algunos lo relacionaron con eso.
QAnon sabe muy bien a qué se refería. Trump está al tanto de todo y va dos pasos por delante de sus enemigos.
Pero antes de nada veamos una explicación de esta conspiración desvelada.
Kennedy supo de esta trama oculta. Su asesinato fue el arma definitiva con la que detenerle. Reagan tenía buenas intenciones –no conviene decepcionar a los votantes republicanos que lo recuerdan con adoración– pero no pudo hacer nada. A partir de ahí, llegaron los auténticos culpables y con cada uno de los siguientes presidentes el ‘Deep State’ se hizo más poderoso.
«Los buenos» pasaron al contraataque. La opción del golpe de Estado se descartó por demasiado traumática. Hasta que llegó Trump dispuesto a poner fin a esta trama con la ayuda de sus mejores asesores y la inmensa información disponible en la NSA. Las detenciones de los principales sospechosos son inminentes.
Todo comenzó en 4Chan, dónde si no, con el mensaje de un usuario anónimo en 2017 que firmaba como Q, en referencia a una acreditación de seguridad en el Departamento de Energía equivalente al mayor nivel de autorización en el Pentágono para acceder a documentos de alto secreto. Anunció detenciones que nunca se produjeron, pero eso no importó. El grupo de partidarios formado pasó a 8Chan y contribuyó a embellecer la teoría.
De ahí salieron otras ideas más jugosas como relacionar a los grandes sospechosos con una trama de pedofilia –esta acusación es casi un clásico en este tipo de conspiraciones, como se vio en el Pizzagate– o afirmar que la dinastía gobernante en Corea del Norte había sido colocada en el poder por la CIA hasta que Kim Jong-un aceptó negociar con Trump. Todo ese mejunje catastrofista es lo que alimenta el vídeo que aparece arriba y que describe un mundo que, sin los detalles más ridículos, encaja bastante bien con la imagen sombría que Trump siempre ha dibujado de la situación mundial antes de su llegada al poder.
En todo este universo que se va alimentando cada día porque no hay que ser miembro de ninguna organización concreta para extender el alcance de la conspiración, todo fue creciendo al principio fuera de la vista de los medios, pero no de los usuarios de YouTube interesados en estos asuntos. Nada mejor que YouTube para extender mensajes delirantes. Hay un público que los está esperando.
Hace unos meses, personalidades conocidas de la extrema derecha –siempre aparece Alex Jones en estas batallas– hablaron de The Q o The Storm en Twitter y Facebook con lo que los seguidores más fanáticos de Trump que no circulan por lugares como 4Chan lo tuvieron más fácil para ponerse al día.
El mitin que dio Trump esta semana en Florida fue la puesta de largo de la conspiración. Varios de los asistentes llevaban carteles o camisetas con referencias a The Q que no pasaron desapercibidas a las cámaras.
People lining up for the Trump rally in Tampa today. A lot of the chan anons might treat Q-Anon like a LARP, but by all appearances there are plenty of people who take it seriously irl. pic.twitter.com/uys7kmnAs1
— Travis View (@travis_view) 31 de julio de 2018
El único problema para que un adicto a los bulos y teorías de la conspiración como Trump adopte a The Q es que la historia va tan lejos que hasta cuenta que la investigación del Rusiagate que dirige el fiscal Mueller es otra pantalla con la que «los buenos» están dejando que se confíen «los malos». Como Trump no deja pasar una oportunidad para pedir que esa investigación se cancele, es poco probable que ahora suscriba esa loca idea en público.
Pero sus votantes no tienen por qué preocuparse por esos detalles. Sólo necesitan saber que todo va según lo previsto, que hay un plan maestro para acabar con esa élite corrupta que pretende derrocar a Trump.
Su presidente continúa enviándoles mensajes sobre las mentiras que publican la industria de las ‘fake news’, es decir, los medios de comunicación. «Lo que estáis viendo y lo que estáis leyendo no es lo que está sucediendo», dijo a finales de julio en lo que fue definido como un homenaje involuntario a ‘1984’ de George Orwell.
Sus seguidores no necesitan saber nada más.
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Viernes
En Vice News han entrevistado a la familia que asistió al mitin de Trump con camisetas de Q, y a los que el presidente señaló como muestra de apoyo, para preguntarles por qué creen que es verdad esa conspiración desvelada y qué es lo que les interesa de ella. La respuesta más original: todos los medios de comunicación reciben a las cuatro de la mañana las instrucciones sobre los temas de los que deben hablar ese día.