Los políticos españoles son bastante aburridos, pero todos sabemos que alcanzan cotas de contorsionismo verbal inauditas por originales en la noche de unas elecciones. Lo ocurrido tras el escrutinio de Cataluña ha puesto ese rasgo en un nivel difícil de superar. Los que decían en el PP, PSOE y Ciudadanos que estos comicios no eran, no podían ser, un plebiscito sostienen ahora que los independentistas han perdido el plebiscito. Los nacionalistas que definían como unos traidores a CSQEP (¿me he equivocado con el peor nombre imaginado nunca para una candidatura?) o Unió ahora se apresuran a sumar a sus votantes al bloque del sí o, como hace el diario Ara en su portada, a situarlos en el grupo del «Sí/No».
Sumar votos y escaños es la tarea lógica tras unas elecciones. Con ellos se forman gobiernos. Pero si la crisis ocasionada por la separación de Cataluña y España se queda en esa suma de bloques y porcentajes, demostraremos la misma ceguera que ha caracterizado a Rajoy y el PP.
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