«Llegaron los soldados. Dispararon a los hombres. Algunos pudieron escapar, pero muchos murieron. Luego, entraron en las casa. Golpearon sin parar a las mujeres. Cerraron las puertas y prendieron fuego a las casas». Es el testimonio de Toyoba Begum, una refugiada rohingya que cuenta al programa de BBC Newsnight lo que ocurrió en su pueblo cuando llegaron los soldados birmanos. Siete miembros de su familia fueron asesinados, incluida su nieta. Ahora sólo le queda viva una hija. Sus otros hijos no sobrevivieron.
Son algunos de los cerca de 400.000 rohingya que han huido a Bangladesh en los últimos meses en una operación planificada por el Gobierno de Myanmar que dirige Aung San Suu Kyi, la premio Nobel de la Paz cuya reputación ha quedado destruida por estos crímenes de guerra contra un grupo étnico. Myanmar ha aprovechado los ataques realizados por un grupo insurgente rohingya para provocar el éxodo masivo de esta minoría musulmana.
BBC caught #Rakhine Buddhists burning #Rohingya homes, who admitted they’ve done this with the help of the police. pic.twitter.com/fJut1hYDuh
— بثينة العزابي (@Boutaina) 11 de septiembre de 2017
Estas otras imágenes, también de BBC, proceden de un viaje para periodistas organizado por el Gobierno. Pudieron ver las casas ardiendo en los pueblos habitados por musulmanes y también a los autores del ataque, un grupo de civiles de la mayoría budista protegidos por los policías locales.
De los 471 pueblos seleccionados para las «operaciones de limpieza» por el Ejército birmano, 176 ya están vacíos (y sus habitantes expulsados) y 34 parcialmente abandonados, según cifras del Gobierno de Myanmar. La versión oficial es que los musulmanes están quemando sus propios pueblos.
Esta es una de las fotos vía satélite difundidas por Human Rights Watch que identifican los casas destruidas en varios pueblos de la región habitada por los rohingyas en la zona oeste del país.
En este reportaje aparecen los dirigentes de un grupo de monjes budistas de ideología ultranacionalista. Su jefe apoya a Suu Kyi y la defiende de las críticas recibidas a las que tacha de manipulación de la realidad.
El alto comisionado de Derechos Humanos de la ONU ha calificado las operaciones contra los rohingya como un «caso de manual de limpieza étnica».