Primero, fue la detención de Dieudonné, y luego otras muchas, que han pasado más desapercibidas (hasta el 20 había 117 casos por apología del terrorismo). La cruzada de Manuel Valls contra los que en Francia apoyan el terrorismo no conoce límites, y llega en realidad a mucha más gente.
El objetivo es meter en prisión a todos los que se alejen del discurso oficial, y eso no incluye sólo a los que aplauden los crímenes de los hermanos Kouachi. Como ya he escrito, parece que en defensa de la libertad de expresión es necesario coartar ese derecho.
Una de las últimas víctimas –los detenidos se cuentan por decenas– es un joven de 16 años de Nantes que colgó en su página de Facebook un dibujo-parodia de una portada de Charlie Hebdo, esa en la que se decía que el Corán «es una mierda» porque no para las balas. Lo mismo que se podría decir ahora de la revista.
El estudiante de instituto ha acabado ante un tribunal de menores, a pesar de que un fiscal ya ha dicho que no tiene un perfil que indique que es cercano a ideas yihadistas. Pero la acusación sigue siendo de apología del terrorismo.
Habrá a quien le parezca de mal gusto o provocador, pero lo mismo se podría decir de la portada que este dibujo caricaturiza. La transgresión no puede quedar limitada a aquellos que el Estado, por la razón que sea, considere que deber tener su apoyo.
En una cruzada obviamente esa no es una razón suficiente como para impedir una detención.