Si descubres una noticia inventada o distorsionada en un medio sensacionalista, cuidado con desdeñarla, porque puede acabar en un informe de la Guardia Civil que formará parte de una investigación judicial. Si lees una teoría de la conspiración delirante, cuidado con reírte, porque puede tener el mismo destino. Mientras tanto, la Guardia Civil se ocupa también de vigilar la proliferación de rumores y bulos relacionados con el coronavirus. Acabamos de descubrir que puede ser para utilizarlos como materia prima de sus guisos policiales.
Si crees que cuando un ministro destituye a un alto cargo policial en mitad de una pandemia, está obligado a explicar sus razones, es que no conoces a Fernando Grande-Marlaska, el ministro que ha trasladado al Gobierno la forma de actuar de la Audiencia Nacional. En términos políticos, eso te convierte en un imán de problemas y situaciones embarazosas para el Gobierno y en una oportunidad inagotable para la oposición.
La investigación de la jueza Carmen Rodríguez-Medel contra el Gobierno por permitir las manifestaciones del 8M ha cobrado un giro inesperado al hacerse público el contenido de su condimento original: un informe de 81 páginas de la Guardia Civil que mezcla noticias con bulos, comete errores tan obvios que es difícil creer que sean inocentes e ignora datos conocidos al no acomodarse a la tesis que se intenta sostener.
El texto cita la carta ya conocida de la directora de Salud Pública de Madrid del 5 de marzo que recomendaba evitar los lugares con aglomeraciones de personas –no que se celebraran esos actos– o el transporte público, que obviamente no iba a ser cancelado. Convenientemente, se ignora el tercer párrafo que consiste en una sola frase: «La población general puede continuar con su actividad con toda normalidad». Cómo encajar la idea de un posible delito si te ves obligado a incluir esa frase. Fuera. Quita del guión las escenas de amor y deja sólo la parte dramática.
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