En la campaña electoral que llevó a Petro Poroshenko a una fácil victoria en las elecciones presidenciales de Ucrania, hubo muchos votantes que reconocieron que le iban a votar porque el candidato era millonario, uno de los empresarios más ricos del país (se estima que su fortuna actual está entre 700 y 800 millones de dólares). El razonamiento lo hemos oído en unos cuantos países: como ya tiene mucho dinero, no necesitará robar más.
Es un punto de vista cínico que no suele acabar bien, pero hay que entender que después de sufrir una generación de líderes políticos corruptos que confundieron sus negocios personales con las finanzas públicas y que en su mayoría gozaban de una íntima relación con los principales oligarcas del país, resulta difícil exigir más optimismo.
Ahora, con la publicación los ‘papeles de Panamá’ por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, junto a decenas de medios de comunicación de todo el mundo, quizá esos votantes tengan una opinión diferente. The Guardian:
El presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, montó una sociedad offshore secreta en las Islas Vírgenes Británicas mientras sus tropas estaban siendo aniquiladas en una sangrienta batalla ante tropas rusas y los rebeldes prorrusos. Documentos filtrados desde el bufete panameño Mossack Fonseca revelan que Poroshenko registró su compañía, Prime Asset Partners Ltd, el 21 de agosto de 2014. Los registros en Chipre muestran que Poroshenko era su único accionista. En ellos aparece su residencia oficial en la capital ucraniana Kiev, apartamento 39, calle Hrushevskoho (hoy no vive nadie allí).
Ese registro coincide con uno de los combates más conocidos en la guerra de Ucrania entre el Ejército ucraniano y los insurgentes apoyados por el Kremlin. El 20 de agosto de 2014, las tropas del Gobierno se vieron rodeadas en la ciudad oriental de Ilovaisk. Unos mil soldados murieron cuando intentaban retirarse bajo el fuego ruso y de los rebeldes. Varios centenares quedaron heridos o fueron capturados.
Poroshenko compatibilizaba la dirección de una guerra en la que sus soldados caían como moscas con la gestión de su inmenso patrimonio.
Había prometido antes de ser elegido que pondría a la venta las empresas de su propiedad, incluida la fábrica de chocolate Roshen, cuyos productos le habían ganado el apodo del ‘rey del chocolate’ en su país. «Sólo quiero centrarme en el bienestar de la nación», dijo en una frase citada por The Guardian. Pero antes tenía que centrarse en su propio bienestar.
La versión de su portavoz es que la formación de esa compañía en un paraíso fiscal tenía como objetivo formar lo que se llama un ‘blind trust’, una compañía de gestores independientes que se ocuparía de sus negocios sin que él tuviera que intervenir y que por tanto no interferiría en los asuntos políticos de la Jefatura del Estado.
¿Para que servía la empresa Prime Asset formada con la ayuda del bufete de Panamá? Los documentos conocidos ahora permiten confirmar que su objetivo era «representar a los holdings de las empresas del Grupo Rohsen». Poroshenko se había ido muy lejos para encontrar a alguien que se ocupara de sus intereses durante su etapa como presidente. Y quien se ocupaba de ello era una compañía controlada por él mismo.
Según la información del medio ucraniano que ha tenido acceso a los documentos y que forma parte de esta coalición internacional organizada por el Consorcio, el presidente ucraniano mintió cuando dijo antes de llegar al poder que sus propiedades serían controladas de inmediato por un ‘blind trust’ y cuando después dijo que ya había firmado todo lo necesario para que se produjera esa transferencia. Los documentos demuestran que nunca se dio ese paso: «La transferencia real de los activos al trust supone cumplir un alto número de formalidades legales. Un consejero legal se ocupa en estos momentos de cumplir con las formalidades». Y ya se sabe lo que tardan los abogados con estas cosas.
Esa frase es del 22 de marzo de 2016. Poroshenko es presidente de Ucrania desde junio de 2014.
El objetivo de la formación de la sociedad offshore al otro lado del planeta podía ser vender Roshen. Y si la venta se hubiera hecho desde una empresa radicada en las Islas Vírgenes Británicas, el impuesto que se debería pagar era del cero por ciento. Seguro que mucho menos de lo que se paga en Ucrania por la venta de una empresa del país.
Como ocurre con buena parte de la información difundida gracias a esta exclusiva, hay muchas cosas que aún no sabemos. Esa es la idea cuando se forman sociedades en paraísos fiscales. A día de hoy, Roshen continúa siendo propiedad de Poroshenko y de otros accionistas. No ha habido compradores. En diciembre de 2014, el presidente dijo que no descartaba venderla a plazos a los directivos de la compañía (y que lo haría de una forma «transparente y efectiva»), lo que tampoco se produjo.
En noviembre de 2015 y enero de 2016, Proshenko dijo que el ‘blind trust’ ya estaba formado y que lo llevaba un «respetable banco extranjero de primer nivel». Las dos cosas eran mentira.
La Constitución ucraniana prohíbe al presidente cualquier actividad empresarial o comercial. Poroshenko montó la sociedad offshore cuando ya era presidente. Nunca informó de que era dueño de una empresa radicada en un paraíso fiscal en su declaración de intereses de 2014 y 2015.
Lo que sí saben ahora los ucranianos es que el presidente que ha dicho que está dispuesto a encabezar una cruzada contra la corrupción que caracteriza al sistema político ucraniano desde los años 90 formó una sociedad secreta en un paraíso fiscal con la probable intención de vender sus activos sin pagar impuestos en su país. Precisamente ahora cuando el Gobierno promueve una campaña contra las sociedades en paraísos fiscales –donde los oligarcas suelen esconder buena parte de su fortuna– ya que podrían llegar a defraudar a la economía del país más de 11.000 millones de dólares al año. Con la colaboración de empresarios como Poroshenko.