La empresa israelí NSO se ha convertido en el proveedor de confianza que necesitaban muchos gobiernos del mundo para vigilar a los partidos de la oposición, periodistas y activistas de movimientos sociales. Su tecnología permite hackear los teléfonos móviles de sus objetivos sin contar con la colaboración involuntaria del sujeto, por ejemplo pinchando en un enlace peligroso. Evidentemente, todo eso puede hacerse sin control judicial, lo que reduce las posibilidades de que los espiados sean conscientes de que están siendo vigilados.
NSO ha conseguido su cartera de clientes no sólo por la calidad de su producto, sino por la colaboración que le ha prestado en los últimos años el Gobierno israelí. El programa Pegasus ha sido una palanca muy eficaz para que los gobiernos de Netanyahu hayan cumplido sus objetivos de política exterior, tanto en sus relaciones con gobiernos autoritarios como para entrar en zonas del mundo que son prioritarias para el país.
La empresa nunca podría haber vendido su herramienta de espionaje sin el permiso expreso del Gobierno israelí. Un artículo de Haaretz establece la coincidencia temporal entre los contratos firmados con esos países y reuniones de Netanyahu y otros altos cargos con los gobiernos interesados. Los viajes del entonces primer ministro a países como México, Hungría, Kazajstán y Azerbaiyán fueron el prólogo para la exportación del software de NSO.
En ocasiones, el proceso era el inverso. Israel era quien llevaba la iniciativa de la política comercial de NSO, incluido el caso más sensible, el de Arabia Saudí. «Israel no sólo permitía que estas ciberempresas (NSO no es la única) vendiera su mercancía a los saudíes –la venta de estas ciberarmas está regulada por el Ministerio israelí de Defensa–; en muchos sentidos la promovía y les animaba a que la vendieran».
En 2017, el Gobierno israelí designó a Arabia Saudí como un «objetivo estratégico» a causa de su rivalidad con Irán. Ese mismo año, NSO hizo la primera demostración de su producto a las autoridades saudíes en una reunión celebrada en Chipre. El periódico cita a una fuente anónima que fue testigo del encuentro y que explica la reacción de los saudíes. «Se fueron a discutir entre ellos. No necesitabas entender el árabe para comprender que estaban atónitos y superexcitados ante lo que habían visto. Estaba claro que era lo que estaban buscando».
Tiempo después, el Gobierno de Riad firmó con NSO un contrato multianual por valor de 50 millones de dólares.
El asesinato del periodista Jamal Khashoggi hizo que NSO se viera obligada a cortar sus servicios al Gobierno saudí en 2018. A mediados de 2019, reanudaron la colaboración.
En el artículo, el consejero delegado de una empresa del sector que no es NSO recuerda que recibió una gran oferta del Gobierno de Emiratos para firmar un contrato por valor de 40 millones de dólares. La empresa lo rechazó por su historial de violaciones de derechos humanos (NSO no ha tenido esos escrúpulos). Después de la negativa, los emiratíes respondieron: «Si hablamos con Bibi (Netanyahu), ¿ayudará?».
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Foto: El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, besa la mano de la esposa de Netanyahu durante una visita a Israel.