Los neonazis griegos son el último eslabón del discurso de la antipolítica

Dos diputados de Amanecer Dorado dirigieron una columna de neonazis vestidos de negro que entraron en un mercadillo callejero para reclamar la documentación a los sospechosos de ser inmigrantes y destruir uno de los puestos. Los ultras están rentabilizando el discurso de la antipolítica en Grecia, favorecidos por una sucesión de gobiernos que han llevado al país a la ruina. El último paso es apropiarse de las funciones del Estado con la intención de montar razzias contra el chivo expiatorio habitual en cualquier sociedad destrozada por la crisis. El papel que tuvieron que sufrir los judíos en la primera mitad del siglo XX (a los que obviamente no les sirvió de nada tener la nacionalidad alemana, austriaca o polaca) lo cumplen ahora los inmigrantes. La culpa siempre es del extranjero que se queda con lo que corresponde legítimamente a los nacionales.

Hace un mes, los neonazis llevaron a cabo otra acción menos violenta pero en definitiva con las mismas intenciones: repartir comida gratis a aquellas personas que demostraran ser ciudadanos griegos. Los hambrientos, o simplemente oportunistas, tenían que mostrar la documentación y los seguidores de Amanecer Dorado les tomaban los datos.

Como explica Nick Malkoutzis, la escena era sencillamente insólita:

The fact that we have reached a point where Greek citizens are willing to abandon their rights and give up their dignity for a free bottle of olive oil or carton of milk should be of utmost concern. The fact that a political party is willing to exploit this desperation or indifference by impersonating authority should be the cause of greatest alarm. This is a breakdown of the basic structures of a functioning democracy and suggests dangerous developments ahead. It requires an immediate and concerted response.

El discurso de la antipolítica es el caldo de cultivo en el que crecen todas las opciones extremistas. Es cierto que no tendría tanto éxito si los gobiernos no hubieran abdicado de sus responsabilidades. Los ultras presentan a los políticos como una casta privilegiada que sólo se preocupa de sus intereses personales. Apropiarse de algunas de sus funciones es la segunda fase de la operación para hacerse con el poder. Y hace que cale la idea de que la salida de la crisis es posible sin medidas dolorosas. Basta con sostener que todo se solucionará con la salida del poder de los políticos «ladrones».

No veremos a los neonazis pagando las pensiones de los jubilados. Ni tienen dinero para hacerlo ni se lo pueden permitir ideológicamente. Significaría reconocer que los problemas de la sociedad griega son estructurales. Es más fácil pegar una paliza a unos inmigrantes.