Michael Hastings se cargó la carrera del general McChrystal con su reportaje en Rolling Stone que desvelaba cómo el alto mando militar norteamericano en Afganistán no ocultaba su desprecio por los responsables de la Administración de Obama. Ese ‘Team America’ repetía los errores y desplantes del general MacArthur en Corea y otros generales en Vietnam. Los centuriones siempre terminan creyendo que una bomba más, una división más, les hará ganar la guerra, mientras que el cobarde liderazgo civil les obliga a combatir en condiciones penosas.
Ahora Hastings publica ‘The Operators’, un libro que denuncia la estrategia militar de EEUU en Afganistán, la guerra contra un régimen medieval, tanto en su ideología como casi en su tecnología, que ha entrado en su undécimo año sin que se vislumbre aún su final.
En una entrevista en Danger Room, el periodista explica que los militares han impuesto una lectura victoriosa de la guerra basada en las bondades de la estrategia de contrainsurgencia (es decir, hemos aprendido de los errores de Vietnamn), que no se corresponde con la realidad.
DR: What’s your actual critique of counterinsurgency? I can understand you arguing that the Afghanistan war is a bloody mistake, killing too many Afghans. But isn’t counterinsurgency an attempt at mitigating those civilian deaths?
MH: I don’t agree that they’re actually killing fewer Afghans. Look at the numbers, they’re not. If I had goverment that local insurgents were trying to overthrow, then yes, I’d probably try to adopt a counterinsurgency strategy. But what that strategy entails is a system of secret prisons and torture and this kind of no-holds barred fight. I think it’s a mistake when you’re trying to fight someone else’s counterinsurgency for them. We’re just not equipped to do it very well. The Israelis have been fighting a counterinsurgency against the Palestinians for decades, and they know the language, they know every nook and cranny of the West Bank and Gaza Strip and the conflict is never-ending.
Nada de eso hubiera sido posible sin la colaboración de tantos periodistas que compraron la visión heroica de la guerra facilitada por el Pentágono. Como en tantos otros conflictos bélicos, la mayoría de los reporteros se niega a aceptar que el Pentágono es parte interesada en la prolongación de la guerra.
‘The Operators’ puede ser para Afganistán lo que otros libros lo fueron para la guerra de Irak, como ‘Imperial Life in the Emerald City’, de Rajiv Chandrasekaran, ‘Fiasco’, de Thomas Ricks, y ‘The Assassins Gate’, de George Packer.
La imagen de la portada con un general sosteniendo un vaso de whisky se refiere al tiempo que Hastings pasó en París con McChrystal y sus generales bloqueados por la erupción del volcán islandés. Las alegres noches con copas soltaron la lengua de los militares y eso fue su perdición.