En la batalla de la pandemia de Madrid, todo gira en torno al duelo entre el Gobierno central y el madrileño. El segundo no cree que sea necesario dar marcha atrás en toda su Comunidad a las medidas con las que se permitió la vuelta a la normalidad económica. Mientras desde muchos ámbitos se da la voz de alarma ante las dimensiones de la segunda oleada en Madrid, y las comunidades limítrofes saben lo que eso significa para ellas, el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso dice que todo está controlado y que no hay motivos para tener miedo. A veces, conviene mirar también fuera de la capital de España, que es algo que no es habitual en los medios de comunicación cuya sede central se encuentra en Madrid. Veamos lo que ha dicho el presidente de Andalucía en una entrevista en El Confidencial: «Parece, por los datos, por la ola fruto de la resaca del verano, que posiblemente nos precipitamos con la desescalada. Debió ser más lenta y más duradera en el tiempo. Ha sido un verano descontrolado, donde las medidas se han descontrolado mucho».
No es que Juan Manuel Moreno Bonilla se haya hecho un harakiri con estas palabras. Sólo está diciendo lo que piensa la mayoría. Para solucionar un problema, tienes primero que reconocer que lo tienes. No puedes curarte del alcoholismo si no admites que eres un alcohólico.
El PP de Madrid no opina lo mismo y sigue amarrado a la botella. No acepta desandar parte del camino y volver a una situación similar a la de la Fase 1 de la desescalada en primavera, como ha pedido el presidente de la Organización Médica Colegial. Ha decidido primar la economía sobre cualquier otra consideración. «Tenemos que conjugar la salud con la economía porque Madrid no se puede parar», dijo el domingo Díaz Ayuso. Antes muertos que parados, se podría decir, si no fuera porque en este caso lo de muertos no es en sentido figurado.
La mayoría de los científicos sabe que eso es imposible. No hay economía que se pueda salvar si no se controla antes la pandemia. «La política está intentando hacer el equilibrio entre economía y control pandémico, pero ahora tienen que priorizar el control pandémico, que va a condicionar la economía», ha dicho Rafael Bengoa, uno de los expertos más conocidos en Salud Pública en este país y que además sabe cómo funciona la política (fue consejero del Gobierno vasco). «No es una dicotomía, porque sin salud desde luego que no hay economía», opina Margarita del Val, viróloga en el CSIC.
No se puede entender la estrategia del Gobierno madrileño sin echar un vistazo a los cambios sucesivos de la posición del Partido Popular desde el inicio de la crisis en marzo.
1. Apoyamos el estado de alarma.
2. El estado de alarma es un ataque a los derechos fundamentales.
3. El estado de alarma es innecesario porque las leyes ordinarias permiten al Gobierno tomar las decisiones necesarias.
4. Necesitamos reformas legislativas porque las leyes ordinarias no sirven.
5. No necesitamos reformas legislativas ni un nuevo estado de alarma en algunas autonomías porque las leyes ordinarias ya son suficientes.
Hay más capítulos en esta montaña rusa. Tantos cambios y contradicciones quedaron de manifiesto este lunes en la entrevista a Pablo Casado que hizo Carlos Alsina en Onda Cero. El líder del PP intentó mantener una posición y la contraria en la misma respuesta para perplejidad del entrevistador. Casado exigió «un mando único sanitario», pero no tolera que el Ministerio de Sanidad dé ordenes a la Consejería madrileña de Sanidad. Es decir, sería un mando único que no mande. Reclamó un «marco legal nacional», pero no supo responder a la pregunta de qué instrumentos legal nuevos necesita Díaz Ayuso que ahora mismo no pueda utilizar. Sobre todo, teniendo en cuenta que Ayuso se niega a aumentar las restricciones a las zonas que ya superan de largo el porcentaje de casos positivos existente en toda Europa, y que el Gobierno central no exige un confinamiento similar al de marzo.
A lo máximo que llegó Casado es a decir que, como Madrid no tiene una Policía autonómica –como si fuera la única comunidad en esa situación–, necesita más policías para que la cuarentena aprobada, que no es tal, sea efectiva. Su prioridad es más policías, no más médicos, con el argumento empleado por Díaz Ayuso de que no hay médicos libres en España, algo que niegan las organizaciones médicas colegiales.
Fuera porque estaba confuso o desesperado por las respuestas, Alsina le preguntó si quiere que el ministro Salvador Illa intervenga en las decisiones sanitarias del Gobierno de Madrid, y ponga fin a la inhibición del Gobierno, o que no se meta en esos asuntos. «Es que el relato que hace usted es perfecto. De todo eso nos quejamos y nos seguimos quejando», respondió Casado. De una cosa y de la contraria. De que intervengan y de que no lo hagan.
Para terminar de arreglarlo, Casado dijo que las autoridades de Madrid «van por el camino correcto». ¿Entonces la pandemia está bajo control allí?, preguntó el periodista. «Yo no he dicho eso», dijo el presidente del PP.
Según los últimos datos, se han notificado 13.449 nuevos casos positivos por PCR desde el viernes en la Comunidad de Madrid. Suponen el 42% de los datos de toda España (cuenta con el 14% de la población española). Es la mayor cifra desde que comenzó la segunda oleada.
Ante este panorama, no se puede negar que tenemos un asiento de primera fila para ser testigos de la disputa entre ambos gobiernos. El lunes, hubo una rueda de prensa de Salvador Illa, otra de Enrique Ruiz Escudero, consejero madrileño de Sanidad, una entrevista a Illa en televisión y otra entrevista a Díaz Ayuso en otra cadena. No consiguen alcanzar un acuerdo, pero les encanta hablar de ello. Ellos ponen las palabras y la audiencia pone los enfermos.
El último truco de este homenaje permanente a los acertijos vino el mismo lunes de la propia Díaz Ayuso. ¿Cómo va a intervenir el Gobierno central en Madrid si todo está ya solucionado? La presidenta alardeó de que «se desploman los ingresos hospitalarios» por Covid-19. Eso quiere decir que han bajado de forma espectacular. No exactamente. Lo que ha ocurrido es lo contrario. Siguen subiendo a gran ritmo, aunque no tanto como la semana anterior. Ya ni siquiera las cifras representan lo que dicen. Los ingresos hospitalarios suben y se desploman al mismo tiempo.
Para qué tomar medidas más estrictas cuando podemos jugar con las cifras para no tener que tomar ninguna decisión realmente efectiva.