Zohreh Soleimani es una periodista iraní, una muy valiente periodista, que entró por primera vez a Afganistán en 2001. Años después, volvió y consiguió entrar en un prisión para mujeres, en la que las más jóvenes están allí por «crímenes de honor», un concepto que en líneas generales significa que alguien ha desafiado a sus padres viéndose con un joven del que está enamorada o se ha negado a contraer matrimonio con alguien elegido por su familia, habitualmente mucho mayor que ella.
Soleimani conoció en esa cárcel a Soheila, que se convirtió en la protagonista del documental ‘Matar a un gorrión’. Varios años antes de que naciera Soheila, su familia se vio inmersa en un conflicto con otra familia de la provincia de Suristán. Todo porque un joven se había escapado con una chica a la que habían destinado a casarse con otra persona. La madre de Soheila murió en el parto y su marido utilizó al bebé como oferta de paz dirigida a la otra familia con el fin de cerrar años de discordia. Lo que quiere decir que la vendió. Cuando tuviera la edad necesaria, se casaría con un hombre del otro clan, de una edad similar a la de su padre.
«La práctica es conocida como ‘baad’, en la que las niñas o chicas son entregadas por algunas familias para solventar disputas», dice este artículo del NYT que cuenta la historia. «Aunque es ilegal, el ‘baad’ está muy extendido, sobre todo en zonas remotas de Afganistán. Una vez que llegara a la edad legal de 16 años, Soheila se convertiría en la cuarta esposa de un anciano» (que para entonces tendría 67 años).
Al saberlo, Soheila convenció a un primo de que le ayudara a escapar, lo hicieron, se enamoraron y ella quedó embarazada. Su familias les persiguieron hasta que los encontraron y consiguieron que fueran encarcelados. La chica tuvo el niño cuando estaba ya en prisión.
Una ONG dedicada a cuidar a mujeres tomó su caso, presentó un recurso ante el Tribunal Supremo y consiguió la custodia de su chica después de que esta pasara varios años en prisión. Ya en un albergue regentado por la asociación, Soheila recibió la visita de su padre al que pidió que le permitiera volver con la familia.
Su padre le dijo que la recibiría de vuelta a casa si mataba al niño.
El documental cuenta eso y mucho más, también el final de la historia, que es en cierto modo un final feliz, después de todo lo que ha ocurrido, pero que en realidad no lo es. Soleimani entrevista al padre y al hermanastro de Soheila, y el resultado no puede ser peor. Tantos años después, la familia aún quiere que ella pague por la deshonra, y sólo hay dos maneras de que eso ocurra. Como si todo lo que ha ocurrido hasta entonces no tuviera ningún valor, exigen que ella se case con el anciano al que fue asignada. La alternativa es la muerte.
«Si escapa… (el hermano hace el gesto de apretar el gatillo). No tenemos miedo a morir. No tenemos miedo al castigo físico. No tenemos miedo a matar. Para nosotros, es como matar a un gorrión. Si no vuelve con nosotros y se va con ese idiota, la mataremos».