Marina Ovsyannikova ha tenido que volver a presentarse ante un tribunal por una protesta solitaria contra la invasión de Ucrania. Es la periodista que interrumpió la emisión en directo de un informativo de la televisión pública rusa con un cartel contra la guerra. Esta vez, se colocó cerca del Kremlin con un cartel que decía: «Putin es un asesino y sus soldados son unos fascistas», un mensaje más duro que el que enseñó en televisión.
Un juez ha ordenado que permanezca en arresto domiciliario hasta la celebración del juicio en octubre donde puede ser condenada a una pena de prisión. Tiene prohibido conectarse a internet y sólo podrá hablar con su familia y su abogado.
La ley aprobada por el Parlamento ruso puso fin a la libertad de expresión en relación a la guerra. Cualquier crítica o protesta es castigada con multas y, en los casos que los tribunales consideren más graves, penas de prisión de hasta 15 años.
Otra ley que persigue toda declaración que se considere que afecta a la reputación del Ejército ruso ha sido empleada con mucha mayor frecuencia. Se han abierto 3.400 casos por este motivo, según la ONG OVD Info.
La tolerancia cero ante cualquier gesto de disidencia ha hecho que la mayoría de las manifestaciones críticas contra la guerra se hagan ahora en redes sociales, que son vigiladas por la Policía.
El medio independiente ruso Meduza ha ofrecido varios ejemplos de acciones realizadas en la calle que han sido perseguidas por la policía y los tribunales y sancionadas con multas económicas. Estos son algunos de los casos:
El traductor Lyubov Summ «realizó acciones públicas con el objetivo de desacreditar a las Fuerzas Armadas» al situarse en la plaza Pushkin de Moscú y leer en voz alta pasajes del poema del siglo XIX de Nikolay Nekrasov ‘Mientras escucho los horrores de la guerra’. Fue condenado a pagar una multa de 50.000 rublos (unos 775 euros).
Stanislav Karzanov extendió unos paneles con los colores azul y amarillo a los que llamó «un gesto de paz» frente al Ayuntamiento de Novosibirsk. El juez dictaminó que aludía a los colores de la bandera ucraniana, lo que era muy probable, y le condenó por distorsionar los objetivos de la operación militar con una multa de 48.000 rublos (754 euros).
Demyan Bespokoev se paseaba en marzo por San Petersburgo con un abrigo en el que aparecían pintadas estas palabras: «Este es el abrigo de mi abuelo. Durante la Segunda Guerra Mundial, fue un niño hambriento en los territorios ocupados. ¿Por qué estos terribles fantasmas del pasado vuelven a perseguirnos? Me siento herido y tengo miedo. No quiero la guerra». Un juez decidió que el mensaje desacreditaba al Ejército ruso y le multó con 45.000 rublos (700 euros).
Un grupo de voluntarios convocados por el gobernador de Stavropol formó la letra Z (símbolo del apoyo al Ejército ruso y a la guerra) con trozos de troncos de árbol. Dmitry Semin rompió la figura y fue condenado a pagar una multa de 30.000 euros (464 euros).
Una estudiante de Ufa fue condenada a pagar 30.000 rublos (464 euros) por situarse en la calle con una corona de flores y alambre de espino rodeando el vestido mientras sostenía un ejemplar de la novela ‘Guerra y paz’.
Alexey Podnebesny se quejó en redes sociales del estado de los servicios públicos de Nizhny Novgorod y dijo que se podía mejorar la infraestructura del suministro de agua caliente con el dinero gastado en la «operación especial» en Ucrania (la terminología permitida por el Gobierno para hablar de la guerra). El juez decidió que, como había puesto operación especial entre comillas, «claramente indicaba una intención irónica y crítica». Le multó con 30.000 rublos (464 euros).