Los multimillonarios norteamericanos con mucho dinero metido en fondos de inversión lo tienen claro: hay que volver al trabajo cuanto antes y, si eso supone la pérdida de vidas humanas por el aumento de contagios, ese es un riesgo que hay que asumir. Lloyd Blankfein, presidente del banco Goldman Sachs hasta 2018, abrió la veda el pasado domingo con un mensaje en Twitter: «Las medidas extremas para rebajar la curva del virus son adecuadas durante un tiempo para reducir la carga sobre la infraestructura sanitaria. Pero destruir la economía, los empleos y la moral es también un asunto sanitario y afecta a muchas más cosas. Dejemos dentro de unas pocas semanas que aquellos con bajo riesgo de contraer la enfermedad vuelvan a trabajar».
Su fortuna alcanza los 1.500 millones de dólares, según Forbes.
Donald Trump suscribió esa tesis a comienzos de semana, precisamente porque grandes empresarios y financieros estaban intentando convencerle de levantar las mayores restricciones. De ahí que Trump dijera que las fechas en torno a la Semana Santa a mediados de abril sería un momento «maravilloso» para hacerlo, contraviniendo las opiniones de sus consejeros científicos.
Tilman Fertitta es otro de los empresarios que ha pedido al Gobierno que permita la reapertura de establecimientos en un par de semanas, aunque sea con un aforo más limitado. En realidad, esa es una medida que pueden tomar los gobernadores de cada Estado, no el Gobierno federal, pero confía en que la presión de Trump sea efectiva sobre las autoridades de cada Estado.
Fertitta es el dueño del equipo de baloncesto Houston Rockets y de Landry’s, una cadena de casinos y restaurantes. Acaba de despedir a 40.000 trabajadores de esta corporación hasta que finalice la crisis. Su fortuna se estima en 4.500 millones de dólares.
Dick Kovacevich fue presidente del banco Wells Fargo hasta 2009. Ahora pide que a finales de abril los trabajadores en buen estado de salud que tengan 55 años o menos puedan regresar a sus empleos. «Podemos traer gradualmente de vuelta a esas personas y ver qué sucede. Algunos enfermarán, algunos incluso puede que mueran, no lo sé». Kovacevich cree que merece la pena correr el riesgo, es decir, que los corran los demás: «¿Quieres sufrir las consecuencias económicas o el riesgo de tener síntomas parecidos a los de la gripe o una experiencia como la de gripe? Tienes que elegir».
Da la circunstancia de que Kovacevich tiene 76 años, una edad que se considera un factor de riesgo por ser más proclive para fallecer si se contrae el coronavirus. Pero él no tendría que compartir un centro de trabajo con centenares o miles de trabajadores.
Los millonarios que desean una vuelta al trabajo tienen el apoyo de los activistas conservadores más cercanos a la Casa Blanca, que sostienen que el parón económico también tiene repercusiones en la salud. Para compensar el evidente daño para la salud pública que supondría regresar a las concentraciones de personas en calles y locales, no dudan en profetizar todo tipo de desgracias, incluidos los suicidios. «Hay estrés, hay ansiedad. La gente puede acabar sufriendo un infarto, suicidándose o consumiendo drogas. Hay muchas consecuencias no previstas cuando la gente sufre un percance económico», ha dicho Jenny Beth Martin, del grupo Patriotas del Tea Party. Martin es una de las personas que se reunieron con el vicepresidente Mike Pence esta semana.
En televisión, el vicegobernador de Texas, el republicano Dan Patrick, insistió en esa idea presumiendo de que las personas mayores del país estarían encantados de correr esos riesgos: «Mi mensaje es este. Volvamos al trabajo, volvamos a la vida, seamos inteligentes, y aquellos de nosotros que tenemos más de 70 años, ya nos cuidaremos de nosotros. No sacrifiquemos el país», dijo Patrick, que cumplirá 70 años en unos días. El periodista que le entrevistaba en Fox News tenía un enemigo en mente: «No puedes dejar que los epidemiólogos gobiernen un país de más 320 millones de habitantes».
La mejor respuesta a estas peticiones la ha dado Scott Gottlieb, que fue de 2017 a 2019 un alto cargo de la Administración de Trump como comisionado de la FDA, el organismo público que regula la industria alimentaria y farmacéutica: «Mientras el covid-19 se extienda sin control, los ancianos morirán en números que serán históricos, la gente de mediana edad estará condenada a largas estancias en las UCI luchando por sobrevivir, los hospitales se verán desbordados y la mayoría de los americanos estarán demasiado aterrorizados para salir de casa, comer en restaurantes, coger el metro o ir al parque».