Centenares de palestinos muertos, de los que una cuarta parte son niños y adolescentes. Hospitales atacados. Fuego de artillería masivo y desde los F16 contra zonas civiles donde viven miles de personas. Ataques directos contra casas donde mueren familias enteras. ¿Es la operación israelí de castigo contra Gaza que estamos presenciando ahora un salto cualitativo, una ofensiva en la que se han utilizado medios mucho más desproporcionados que en ocasiones anteriores?
Los periodistas extranjeros que están allí y que fueron testigos de operaciones anteriores confirman que nunca han visto nada parecido. Muy pronto el parte de bajas superó lo ocurrido en noviembre de 2012.
Y sin embargo, en esencia todo esto sucedió antes, quizá a una escala menor. Las cifras de muertos cambian, pero hay cosas que siguen siendo las mismas. La deshumanización del enemigo (y por tal hay que entender todos los habitantes de Gaza, no sólo los miembros de Hamás). Responsabilizar a los civiles de su condición de víctimas sea por vivir en territorio gobernado por Hamás, o por estar en su casa o en la calle cuando se produjo el ataque porque ambas situaciones se producen cada día. Crear zonas en las que se dispara de forma indiscriminada contra todo aquel que esté en la calle.
Todo eso no proviene de una nueva orden dictada por el Gobierno actual, sino que viene de una mentalidad que se ha impuesto a lo largo de años. Hay algunos ejemplos en lo que escribí en 2004 («Israel declara la yihad») con ocasión de otros ataques. Por ejemplo, una manifestación de civiles en Gaza durante un toque de queda acabó con diez muertos, masacrados por los disparos de tanques. Sobre estas situaciones, un coronel israelí había dicho:
«Alguien que sale a la calle es obviamente alguien que está buscando problemas. Es alguien que pretende cometer un atentado terrorista, y por consiguiente es un objetivo legítimo».
Y después citaba a un periodista israelí, que comentaba el ataque contra la manifestación:
«Esta conducta es parte de la creciente falta de sensibilidad del Ejército israelí hacia las víctimas civiles palestinas. Se explica por las draconianas instrucciones para abrir fuego en Gaza desde el principio de los enfrentamientos, cuando decenas de palestinos pagaron con sus vidas acercarse a la valla de seguridad o los asentamientos, por la decisión de asesinar al líder de Hamás Salah Shehade, a pesar de que había decenas de civiles a su alrededor, y por la indiferencia de la fiscalía militar: tan pocas investigaciones y procesamientos después de tantas bajas civiles.»
¿Más ejemplos? ¿Qué decir después de ver las imágenes de un voluntario, eliminado a sangre fría de dos disparos por un francotirador, que buscaba a sus familiares entre las ruinas de las casas?
En 2009, me referí al caso de unos suboficiales que se atrevieron a contar en un acto público los hechos que habían presenciado en Gaza.
«El suboficial contó la historia de una anciana que estaba cruzando una calle y que fue disparada por los soldados: ‘No sé si ella era sospechosa o no sospechosa, no sé quién era. Lo que sí sé es que mi oficial mandó a gente al tejado para acabar con ella. Fue un asesinato a sangre fría’.
Otro suboficial se refirió a un incidente en el que mataron a una familia. ‘Habíamos ocupado la casa, y a la familia se le dejó ir y se le dijo que se fueran hacia la derecha. La madre con los dos hijos se confundió y se fue hacia la izquierda. Al francotirador de la azotea no se le dijo que no había problema con eso y que no debía disparar. Se podría decir que hizo lo que le habían ordenado. Le habían dicho que no debía permitir que nadie apareciera por la izquierda y les disparó'».
Otra noticia de esa ofensiva: Israeli troops killed Gaza children carrying white flag, witnesses say. ¿Qué amenaza presenta para un soldado un grupo de gente con una bandera blanca?
También en esa ofensiva de 2009, se habló de la mentalidad de los soldados israelíes en relación a los civiles de Gaza. Los políticos dicen en sus discursos que el Ejército intenta distinguir entre las milicias de Hamás y los civiles (porque también entonces el jefe de las FFAA y el primer ministro, Ehud Olmert, decían que Israel tenía «el Ejército más moral del mundo»), pero en esa inmensa galería de tiro que es Gaza las tropas tienen ideas diferentes sobre sus objetivos. Cité el caso de un oficial que estaba intentando convencer a sus soldados (ya lo había hecho antes con sus superiores) de que no era necesario entrar en una casa disparando a matar. Y se queda perplejo al escuchar la respuesta de sus hombres:
«Uno de mis soldados me preguntó ‘¿Por qué?’. ‘Qué es lo que no está claro? No quiero matar a civiles inocentes’, le dije. Y él siguió: ‘¿Seguro? Cualquiera que esté dentro es un terrorista. Eso lo sabemos todos’. Le dije: ‘¿Crees que la gente de dentro escapará? Nadie escapará’. ‘Eso está claro’, responde, y entonces sus compañeros se unen (a la discusión): ‘Tenemos que asesinar a todo el que esté dentro. Sí, todos los que están en Gaza son terroristas’, y todas esas cosas con que les llenan la cabeza, sobre todo en los medios de comunicación».
Cambian las cifras, sí, pero la historia es la misma.