La mano tendida de Israel que los palestinos se obstinan en rechazar, decía anoche el embajador israelí en la ONU. Hoy tenemos otro ejemplo de esa mano… en forma de puño. La respuesta a la inclusión de Palestina como Estado observador de la ONU ha sido autorizar la construcción de 3.000 viviendas más en distintas zonas de Jerusalén Oriental y Cisjordania. Ante la duda, más asentamientos.
Es más significativo que se incluya en la represalia por lo ocurrido en Naciones Unidas la decisión de acelerar la planificación previa a la futura construcción de viviendas en la zona llamada E-1, el término administrativo con que se denomina a la zona que va desde el noreste de Jerusalén hasta el oeste del asentamiento de Ma’ale Adumim.
Según la organización pacifista Paz Ahora, poblar E-1 en la práctica supone acabar con toda posibilidad de acuerdo basado en una solución de dos estados. Conectar las dos ciudades convertiría en imposible que un hipotético Estado palestino tuviera continuidad geográfica.
Los gobiernos israelíes siempre han prometido a Washington que no construirán en E-1. Ambos países conocen las consecuencias de un paso como ese. Jugar con esa zona es la idea que tiene Netanyahu sobre una actitud abierta a negociaciones. Si te mueves, le quito la anilla a la granada de mano.
Pingback: Netanyahu, los asentamientos y una granada llamada E-1
Pingback: Netanyahu, los asentamientos y una granada llamada E-1
Este último movimiento de Israel me genera muchas preguntas. Una de ellas tiene que ver con la reacción occidental.
Ahora resulta que para el cuarteto la auténtica línea roja es la zona E1. No lo fue que el número de colonos se haya doblado en los últimos 20 años, o que durante este tiempo se hayan construido colonias en el corazón mismo de Cisjordania (Itamar, Yitzhar, Elon Moreh…), o que se registren, según los números más optimistas, alrededor de 2 ataques de distinta índole diarios de colonos a lugareños.
Sinceramente, el escándalo de las colonias en la E1 me da la sensación de ser pura retórica occidental, de la que se difuminará antes de que coloquen el primer ladrillo.
Pingback: Las cosas que no se pueden contar en The New York Times | GUERRA ETERNA