Hay países en que hay mucha gente violenta y hay otros, como España, en el que a la gente se le va la fuerza por la boca. Hay días en que conviene añadir a esa frase la palabra afortunadamente. Este miércoles, hemos sido testigos de una agresión brutal y cobarde, con especial énfasis en la segunda palabra, al presidente del Gobierno. Un joven menor de edad ha propinado un puñetazo en la cara a Rajoy cuando hablaba con la gente en Pontevedra. Al principio, se habló de una bofetada, censurable por humillante pero escasamente dramática, pero las imágenes no dejaban lugar a dudas. Se trataba de la típica agresión callejera que siempre se ceba en los débiles y, aunque parezca mentira al tratarse del político más poderoso del país, era perfectamente lógico definirla de este modo. Cualquiera está en una posición de debilidad si alguien le ataca a traición.
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