Una foto circuló ayer y fue puesta como ejemplo de una sociedad dividida en Egipto o incluso de la falta de sensibilidad de mucha gente a la que no parecía importarle que se estaba produciendo una matanza. Algunos pensaban que la foto se sacó ayer o que era de El Cairo, lo que es un poco difícil porque allí no hay playas.
La persona que la subió a Twitter dijo que no conocía al autor, y que la foto era del día anterior y se había tomado en Mersa Matruh, al norte del país. El humo procede del campamento donde se congregaban los islamistas y que había sido eliminado por la policía. Es muy posible que las personas que estaban en la playa no supieran lo que estaba ocurriendo en otra parte de la ciudad.
Pero aparte de esos detalles importantes, creo que nos encontramos ante el caso de otra foto en la que el espectador pone mucho de su parte a la hora de interpretarla. Recuerdo el caso de una foto de Beirut que fue premiada en el World Press Photo de 2006. Unas chicas de muy buen aspecto comprueban desde un descapotable los daños sufridos por los ataques de la aviación israelí. Una especie de turismo morboso, según algunos.
La realidad era muy diferente. Como escribí después:
Una de las chicas que aparece en esa foto tiene nombre y una historia que contar. Se llama Bissan Maroun. No es una niña rica que hizo ese día un poco de ‘turismo de guerra’ con sus amigas. Su familia había escapado de un barrio que tenía todos los números para ser bombardeado por los aviones israelíes y se había alojado en un hotel alejado de la zona más peligrosa. Ese día, ella, su hermano y dos empleadas del hotel regresaron al barrio para comprobar si quedaba algo de la casa.
De ahí que a veces se pueda decir que las fotos pueden engañarnos.
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