Abrieron las puertas del Congreso y entraron todos los bárbaros. Sin corbatas los hombres, con chamarras, con esos pelos, sin traje chaqueta las mujeres, sin broches en forma de mariposa, sin perlas, hasta un bebé con obvias necesidades de lactancia… un sindiós que hubiera dicho Agustín González con grandes aspavientos en su papel de cura de ‘La escopeta nacional’. ¿Qué será lo siguiente?, se preguntaban en algunos momentos los diputados del PP atornillados a sus escaños. ¿Un diputado con rastas? Pues ahí estaba, dándole un susto a Mariano, el presidente al que se le ha puesto cara de registrador de la propiedad de Santa Pola.
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