Lo primero que hay que decir tras ver ‘The Interview’ es: qué buena era ‘Team America’. Hay un inmenso espacio para que una película satírica afronte un tema político con la misma sutileza con la que un bombero con un hacha entra en una casa en llamas. Eso es lo que hacía ‘Team America’, que conseguía cabrear a todo el mundo susceptible de indignarse. Era grosera, vulgar, salvaje, absurda… En definitiva, era fantástica.
‘The Interview’ (inevitablemente, habrá ‘spoilers’ en este artículo) es otro ejemplo de cine mecanografiado por la factoría de Judd Apatow, un paso atrás desde los tiempos en que cierta banda de comediantes de Saturday Night Live comenzó a hacer películas de otro nivel (hasta que uno piensa que Dan Aykroyd y Chevy Chase también protagonizaron películas infames después de que a John Belushi se le fuera la mano con la droga). Pero, qué demonios, por algo dicen que en el cine hacer reír es mucho más difícil que hacer llorar.
El punto de partida de la película es absurdo, pero eso no sólo no es un problema, sino que es imprescindible. Es lo que viene después lo que la convierte en una versión de ‘Torrente en Pyongyang’. Al presentador (James Franco) de un programa televisivo de entrevistas por el que Telecinco hubiera matado en su época más chunga se le ocurre la idea de tener como invitado a Kim Jong-un. El productor (Seth Rogen) tiene algo más de criterio, es decir, cerebro, pero está picado porque un viejo amigo suyo que trabaja en ’60 Minutes’ se ha burlado de su patético programa. Cuando ya tienen el permiso para viajar a Corea del Norte, reciben el encargo de la CIA de asesinar al dictador norcoreano, lo que da lugar (la agente que les da las órdenes es atractiva) a las primeras bromas de nivel universitario de Kansas que sólo piensa en follar.
No se puede negar que hay algunos chistes rápidos que pueden hacer gracia si uno no es muy exigente, me refiero a chistes malos que tienen un punto, pero incluso cuando una escena tiene posibilidades humorísticas, su desenlace siempre acaba con esas cosas que hacen gracia a a Seth Rogen, que también codirige el filme, y sus colegas: culos y tetas (eh, también hay chistes de pedos).
Muy avanzada la película, entra en escena Kim Jong-un, y ahí la cosa remonta el vuelo. Hay un acierto de guión. En vez de ser el típico déspota brutal del que burlarse con obviedades, Kim es un tipo sensible, un superfan del programa de James Franco al que le encanta Katy Perry, agobiado por las presiones, el peso de la familia y lo que piensan de él. También son suyas algunas de las pocas frases memorables del guión. «¿Sabes que es más destructivo que la bomba nuclear? Las palabras», dice muy dolido.
El desenlace es la entrevista, tan previsible que quedaba claro desde el principio. Ya sabemos que el primer plan para cargarse a Kim no va a llegar a ningún lado con tal material humano, entre otras cosas porque el título de la película ya hace pensar que todo se dilucidará en un plató de televisión. Luego vienen los tiros, las carreras (como la peli es ridícula, la seguridad personal de uno de los dictadores más protegidos del mundo tiene el mismo nivel amateur) y la escena final, ya filtrada, de la muerte de Kim. Sí, a cámara lenta y con la música de Katy Perry. No, Rogen no es Sam Peckinpah.
A lo largo de todo el filme, lo que resulta más insufrible es la interpretación amanerada e histriónica de James Franco, que suscita en el espectador instintos homicidas. Quien quiera saber cómo debería haber sido sólo tiene que recordar otro personaje delirante, el de Ben Stiller en ‘Zoolander’, que sí funcionaba dentro de las coordenadas absurdas de esa película (con la increíble escena de la gasolinera). Y comparada con ‘The Interview’, ‘Zoolander’ es el Ciudadano Kane de todas las comedias.
¿Cómo puede ser que esta película haya sido denominada una «declaración de guerra» por el Gobierno de Corea del Norte y haya originado un comentario de Barack Obama en una rueda de prensa en favor de la libertad de expresión? Es cierto que las dictaduras son conscientes de que la burla del líder supremo es uno de los grandes actos de subversión que no se pueden tolerar. La productora, Sony, tenía que saber que utilizar un auténtico jefe de Estado en una trama enloquecida tendría consecuencias reales, a diferencia de un personaje inspirado en Kim o en un dictador asiático que ya se ha visto en otros filmes. ¿Por qué le dieron luz verde? No se sabe, aunque algunos comentan que temían que Rogen se fuera con la idea a otra empresa.
El Gobierno de Kim Jong-il no tuvo ninguna reacción después del estreno de ‘Team America’. Quizá su hijo sea más susceptible a las burlas. Más parece una excusa para otra andanada de ira contra EEUU. Lo que no puede hacer es sentirse sorprendido. Los medios surcoreanos incluyen descripciones de Kim tan hirientes como las vistas en ‘The Interview’.
Sobre si la película era el objetivo final de los hackers que explotaron la endeble seguridad informática de Sony, sólo se puede especular. Lo cierto es que tardaron mucho tiempo desde que difundieron la documentación robada hasta que lanzaron las primeras amenazas por el estreno del filme.
Hay un enigma mayor: cómo pudo gastarse Sony 45 millones en producir esta película, rodada en Canadá, es algo que se escapa de todo criterio lógico.
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Las noticias de los últimos días:
–Expertos en ciberseguridad tienen serias dudas sobre si los indicios dados a conocer por el FBI apuntan a Corea del Norte. Dicen que es más probable que haya sido un ataque desde dentro de Sony o cometido por alguien que trabajó en la empresa. Y un análisis indica que es muy posible que se tratara de hackers rusos.
–El Gobierno de Pyongyang acusa a Obama de ser el responsable directo de la película.
–‘The Interview’ recaudó un millón de dólares en el primer día de estreno en 331 pantallas de pequeñas cadenas de exhibición. No hay cifras aún sobre su distribución online. Si alguien cree que toda esta polémica es una buena táctica de marketing, se equivoca. Sin el escándalo, se habría estrenado en cerca de 3.000 salas, y las cifras, con independencia de su calidad, habrían sido muy diferentes.
-La película parece haber tenido una mayor distribución (ilegal) en China y Corea del Sur.