Miles de personas están manifestándose esta noche en El Cairo contra el resultado definitivo de la primera ronda de las elecciones egipcias. Como se esperaba Morsi, de los Hermanos Musulmanes, y Shafiq, ex primer ministro con Mubarak, se enfrentarán en la segunda vuelta. A primera hora de la noche, han prendido fuego a la sede electoral de Shafiq en El Cairo. La movilización ha llegado hasta la plaza Tahrir, donde se ha informado del ataque por grupos de civiles armados con palos y piedras, muy probablemente partidarios de Shafiq. La información a esta hora es muy confusa.
The Arabist comenta que la protesta está plenamente justificada por los numerosos indicios de fraude electoral. Empezaron –no los olvidemos– con la anulación de varios candidatos en aplicación de normas incompatibles con un régimen democrático. Haber estado encarcelado por motivos políticos en época de Mubarak descalificaba a un político, pero no, en el caso de Shafiq, haber sido un alto cargo de la dictadura. El Parlamento elegido por los ciudadanos aprobó una ley que cerraba el paso a la élite del régimen anterior, pero la comisión electoral se negó a ratificarla y aplicarla.
Todo eso puede ser cierto, pero esta protesta juega en favor de los intereses de Shafiq porque confirma su tesis de campaña según la cual el país necesita un gobernante fuerte que ponga fin a la violencia y la inestabilidad. La situación tiene pocas salidas. No se puede anular a posteriori la candidatura de Shafiq por una decisión del Parlamento o del Ejército y, por otro lado, la comisión electoral carece de credibilidad para decidir sobre las reclamaciones electorales y denuncias de fraude que se han producido.