¿Quieres saber por qué los presidentes de EEUU tienen una conducta imperial en las relaciones exteriores? Una de las razones menos citadas tiene que ver con la limitación de su poder en política interna. A pesar de que se trata de un sistema presidencialista –la «república imperial» lo llamó Raymond Aron–, la Casa Blanca se encuentra extraordinariamente condicionada por la intervención del Congreso en política económica. La idea de que el presidente puede hacer lo que quiera quedó hace tiempo sepultada en los libros de historia. Aún más desde que el clima partidista de la vida política en Washington, lo que nosotros llamaríamos la crispación, ha acabado con los moderados dentro de cada partido.
The New Yorker publica un largo reportaje, cuya materia prima son los informes que recibe Obama en la Casa Blanca y sus respuestas a las ideas y propuestas que le llegan del Gabinete y equipo de asesores. Esas notas, a veces tan breves como un par de palabras o una idea subrayada, le definen a la perfección. El artículo sirve como una radiografía completa de la Administración de Obama y confirma su imagen, ya comentada en muchos otros artículos, de un político precavido y centrista, nunca demasiado valiente, que apostó buena parte de su capital político a una quimera: la capacidad de Washington de consensuar políticas entre los dos grandes partidos con vistas a encontrar soluciones a las grandes crisis.
Desde el primer momento, Obama escuchó sobre todo a los economistas como Geithner y Summers que le aconsejaban cautela en la respuesta a la crisis. Una vez decidida la adopción de una política de estímulo fiscal, casi todos aconsejaron limitar en la posible la cuantía de la intervención con fondos públicos. Fue de especial importancia la opinión de Lawrence Summers (un infiltrado de Wall Street, según los sectores más progresistas de los demócratas), que alertaba sobre el peligro de ir demasiado lejos.
Además del peligro de hacer imposible cualquier acuerdo con los republicanos, Summers alertó de que los mercados financieros podían interpretar la ley en estudio como prueba de que EEUU no era serio en la lucha contra el déficit. Actualmente, y al ser un valor refugio frente al caos de la eurozona, EEUU paga intereses casi negativos por su deuda.
Los economistas convencieron a Obama de que la cuantía del estímulo no podía superar los 900.000 millones de dólares, cuando economistas como Krugman pedían una cifra mucho mayor. La búsqueda del consenso con los republicanos terminó en fracaso, como ha ocurrido a lo largo de todo su mandato. Sólo tres senadores republicanos apoyaron una ley que incluía el uso de 787.000 millones.
Axelrod and other Obama political advisers saw anti-Keynesian rhetoric as a political necessity. They believed it was better to channel the anti-government winds than to fight them. As much as it enraged Romer and outside economists, the White House was on to something. A President’s ability to change public opinion through rhetoric is extremely limited. George Edwards, after studying the successes of Franklin Roosevelt, Lyndon Johnson, and Ronald Reagan, concluded that their communications skills contributed almost nothing to their legislative victories. According to his study, “Presidents cannot reliably persuade the public to support their policies” and “are unlikely to change public opinion.”
El reportaje describe a un Obama a merced de los acontecimientos. Es una demostración de lo que dejó claro desde los primeros meses de su presidencia. A pesar de todas sus críticas a la forma de hacer política en Washington, nunca fue, ni siquiera en sus comienzos en Chicago, un político dispuesto a planteamientos radicales o simplemente ambiciosos. Es un centrista al que sus enemigos catalogan de radical, y por tanto está condenado a decepcionar tanto a sus rivales como a los partidarios que aspiran a que esa imagen (falsa) termine convirtiéndose en realidad.
Es decir, Obama como test de Rorschach.
Foto: Flickr de la Casa Blanca.
Buen artículo, te felicito. Sin embargo, Obama ha tenido más sombras que luces a lo largo de su legislatura. Yo creo que es más recomendable la valentía en los políticos estadounidenses, como la del provida Rick Perry (http://goo.gl/QLwrW): ¡eso sí que es determinación!
@ARP
Durante su mandato como gobernador, en Texas han sido ejecutadas más de 200 personas: no sé si«provida» es la mejor manera de describir a Perry.
Hicieron un buen escarmiento con Spitzer. El que vaya de cabeza contra los intereses creados ya sabe lo que le espera, incluso con la opinión pública a favor.
Obama es un gran presidente, con más sombras que luces, pero al fin y al cabo, un gran presidente.
Saludos