Esta semana, la guerra de Oriente Medio que no provoca alarma en Europa y EEUU se cobró otro alto precio en sangre, lo que quiere decir que decenas de civiles fueron asesinados. El bombardeo de un mercado en la provincia de Hajja por aviones saudíes o de sus aliados mató a 106 personas, incluidos 24 niños. Representantes de la ONU pudieron identificar a 96 víctimas, mientras que otros diez cadáveres resultaban irreconocibles.
Footage from airstrikes hit market in Hajja too graphic, so I blurred the civilians & children killed in pic. #Yemen pic.twitter.com/12KiTUD7Ps
— Hisham Al-Omeisy (@omeisy) 15 de marzo de 2016
No fue uno, sino varios los misiles que destrozaron el mercado. Cuando la gente se apresuró a rescatar a los heridos, cayó un segundo misil y luego un tercero.
Zeid Ra’ad Al Hussein, alto comisionado de Derechos Humanos de la ONU, dijo días después que el ataque al mercado callejero podría ser un crimen de guerra. Y además comentó algo que se ha repetido en muchas ocasiones, excepto en los comunicados de los gobiernos de EEUU y Reino Unido que prestan una ayuda activa a Arabia Saudí y Emiratos, lo que incluye la venta de munición para los aviones. La «coalición» dirigida por los saudíes es «responsable del doble de víctimas civiles que todas las demás fuerzas» implicadas en esa guerra.
El Gobierno del presidente Hadi, sostenido por los saudíes, afirma que el ataque fue dirigido contra objetivos militares relacionados contra las milicias huzíes (chiíes). El personal de la ONU visitó el lugar del ataque, producido el martes, y «no encontró pruebas de enfrentamientos armados ni objetivos militares en la zona en el momento del ataque», según Zeid. Un líder tribal local sí dijo el día después que también había milicianos huzíes entre las víctimas.
Ordinary people were selling qat here. Vegetable and fruits were also sold in al khamis market . #Hajja #Yemen pic.twitter.com/r8pCd0prR9
— Amal Al-Yarisi (@AmalAlYarisi) 19 de marzo de 2016
Si fuera el primer ataque de estas características, Zeid, como otros funcionarios internacionales, hubiera preferido no acusar directamente a ninguno de los bandos enfrentados de crímenes concretos para resguardar su posición de interlocutor y la posibilidad de que su gente tenga acceso a las zonas de combates. Pero ya es absurdo mostrar una cautela que se contradice con los hechos. Zeid recordó que los saudíes y sus aliados han atacado «mercados, hospitales, clínicas, colegios, fábricas, bodas y centenares de viviendas».
La única reacción del Gobierno saudí fue anunciar que sus operaciones han entrado en una fase de «estabilización». Suficiente para que las agencias de relaciones públicas que tienen contratadas en Occidente difundieran el mensaje y los gobiernos pudieran incluir en sus comunicados la idea de que esperan que fructifiquen los contactos políticos entre ambos bandos para poner fin a la guerra.
No es la primera vez que los saudíes hacen público el fin o la reducción de los bombardeos aéreos en una ofensiva que comenzó hace un año.
Tras ese último comunicado, los ataques se reanudaron sobre Saná, la capital controlada en su mayor parte por los huzíes.
"Made in Britain, ruining lives in Yemen"; @AmnestyUK delivering dummy missiles in protest of UK arms sale to Saudi pic.twitter.com/XNLHNQPi43
— Amnesty West Gulf (@amnestygulf) 18 de marzo de 2016