Pablo Casado continúa en su cruzada para ensalzar la nación española sin importarle demasiado la historia de España. El hecho de que denomine al 12 de octubre como Día de la Hispanidad –el término empleado en el franquismo y eliminado por completo desde 1987– es casi un detalle menor comparado con su última reinvención de la historia al negar que la conquista y colonización de América fuera precisamente eso. Si acaso, una ampliación de fronteras a miles de kilómetros de distancia.
En un mitin en Córdoba, el presidente del PP afirmó que España nunca colonizó América:
«Fuimos la primera nación que venía de un imperio que llamábamos españoles a aquellos que formaron parte de las colonias. Nosotros no colonizábamos, nosotros lo que hacíamos era tener una España más grande. Y después de las independencias hemos seguido teniendo una relación excelente con las repúblicas latinoamericanas».
«Nosotros no colonizábamos». Da un poco de rubor tener que explicarlo, pero un elemento básico de la colonización de un territorio es la explotación de sus recursos naturales en beneficio propio. Todo empieza obviamente con la conquista, que es lo que hizo España al derrotar a dos imperios, el azteca y el inca –con la inestimable ayuda de los virus que destruyeron las poblaciones nativas– para así formar su propio imperio al otro lado del Atlántico.
Después, se hizo con la recompensa, sobre todo en forma de plata extraída de las minas de los virreinatos de Perú y México. Los españoles buscaban oro en las nuevas colonias, y fue la plata los que les hizo ricos, fundamentalmente lo que hizo rica a la monarquía española. Sólo en el virreinato de Perú se calcula que en 129 años se extrajeron 36.000 toneladas de plata.
La plata de las minas de Potosí ofreció un premio gigantesco:
Sin Potosí, la historia de la Europa del siglo XVI habría sido muy diferente. Fue la plata americana la que hizo que los reyes españoles fueran los más poderosos de Europa, porque con ella se pagaron ejércitos y armadas. Fue la plata americana la que permitió a la monarquía española luchar contra franceses y holandeses, contra ingleses y turcos, estableciendo un sistema de gasto que terminó siendo ruinoso. Sin embargo, durante décadas la llegada de la plata concedió un crédito permanente a España. Siempre se asumía que al año siguiente llegaría otra Flota del Tesoro (los barcos que trasladaban la plata a España). Y siempre llegaban. «Sobre la plata descansa la seguridad y la fuerza de mi monarquía», dijo el rey Felipe IV.
El rey de España concedía el derecho a realizar la explotación minera y se reservaba una quinta parte de los resultados, el conocido como ‘quinto del rey’. Con esa plata se acuñaban los reales de a ocho, una moneda que fue un primer ejemplo de globalización financiera. El comercio español con China desde Filipinas hizo que llegara a utilizarse hasta en el sur de Asia. En EEUU se aceptó como moneda de curso legal hasta 1857.
El virrey de Perú, Francisco de Toledo, extendió en Potosí en 1572 el sistema de la mita para dotar a las minas de mano de obra. Si bien los trabajadores recibían un sueldo desde mediados del siglo XVI –también se calcula que se llegaron a utilizar a lo largo de décadas unos 30.000 esclavos africanos que no sobrevivían mucho tiempo–, las poblaciones locales estaban obligadas a aportar la mano de obra por un sistema de turnos, que supusieron durante mucho tiempo cerca de la mitad de la fuerza de trabajo. No menos de 12.000 trabajaban en cada turno en esas minas.
Ese sistema que propiciaba un trabajo en condiciones durísimas perduró hasta el final de los tiempos coloniales convirtiéndose en el mayor símbolo de la opresión ejercida por España.
Pero, como dice Pablo Casado, todo esto no fue una colonización. La plata robada a América y que fue el sustento financiero del imperio español nunca existió.
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Foto: real de a ocho de Carlos III acuñado en Potosí en 1768. Classical Numismatic Group.