La era de Netanyahu en la política israelí está cerca de finalizar. Esta es una frase que se ha pronunciado en varias ocasiones en los últimos años y nunca ha llegado a confirmarse. Eso podría volver a ocurrir ahora. Lo único que es seguro es que los principales partidos de la oposición han llegado a un acuerdo con Naftali Bennett, líder del partido ultraderechista Yamina, para formar un Gobierno en los próximos días. Contaría en principio con la mayoría absoluta más escasa, 61 diputados sobre 120. Prácticamente sumaría partidos de todas las ideologías: extrema derecha, derecha e izquierda.
El pacto supondrá el nombramiento de Bennett como primer ministro hasta septiembre de 2023, momento en que sería sustituido por Yair Lapid, del partido centrista Yesh Atid. Ningún medio israelí cree que ese Gobierno pueda durar tanto tiempo. El análisis más extendido es que, una vez que Netanyahu desaparezca de la escena política, la derecha y la extrema derecha volverán a unirse en el Gabinete. O que se celebren nuevas elecciones dentro de un año.
Yamina fue la quinta fuerza política en las últimas elecciones con siete escaños, diez menos que Yesh Atid. El Likud obtuvo 30.
En una situación como esta, con la derrota del hombre de 71 años que ha dominado la política del país durante quince años, lo normal sería pensar en las posibilidades de un cambio de gran calado. No es así. Tanto Bennett como el otro socio ultraderechista de ese llamado «bloque del cambio», Avigdor Lieberman, comenzaron sus carreras políticas muy cerca de Netanyahu y acabaron peleándose con él. Ideológicamente, sus diferencias con el aún primer ministro son mínimas.
Bennett, de 49 años, entró en política después de vender su empresa de software por 145 millones de dólares en 2005. Fue entonces jefe de Gabinete de Netanyahu y responsable de su campaña electoral. Pasó a dirigir el Consejo de Yesha, el movimiento de los colonos israelíes en los territorios palestinos, que es uno de los principales grupos de presión de la política de Israel. Se unió al Partido Nacional Religioso, o lo que quedaba de él porque estaba en situación de crisis terminal, y lo refundó para convertirlo en el grupo más fuerte a la derecha del Likud. Siempre con la defensa de los asentamientos judíos y el rechazo a la formación de un Estado palestino como principales reivindicaciones. Bennett ha ocupado desde entonces distintas carteras en gobiernos presididos por Netanyahu, entre ellas Educación y Defensa.
Netanyahu no ha tardado este fin de semana en calificar el proyecto de nuevo Gobierno de ilegítimo y antidemocrático, «un peligro para el futuro del Estado». Su gran esperanza residía en que los diputados de Yamina rechazaran los planes de Bennett. Sólo uno de sus siete representantes se ha negado a votar a favor del acuerdo.
En la misma noche del domingo, centenares de seguidores de Netanyahu se manifestaron ante el domicilio de la número dos del partido, Ayelet Shaked, a la que se suponía reticente al acuerdo por sus ideas fanáticas contra los palestinos y la izquierda israelí.
Para conocer las ideas de Shaked, sirve este texto –no escrito originalmente por ella– que subió a su página de Facebook en 2015:
Detrás de cada terrorista hay docenas de hombres y mujeres, sin los cuales no podría implicarse en el terrorismo. Todos son combatientes enemigos y están manchados de sangre. Eso también incluye a las madres de los mártires, que les envían al infierno con flores y besos. Deberían seguir el destino de sus hijos, nada sería más justo. Deberían desaparecer, así como las casas en las que educaron a las serpientes. De otra manera, crecerán más serpientes
Por lo que se sabe hasta ahora, Shaked votará en el Parlamento a favor del nuevo Gobierno de coalición.
Esta imagen aparecida en cuentas de Twitter resume las amenazas ultras que están recibiendo Bennett y Shaled. La de la izquierda es una pancarta que se hizo tristemente famosa a causa del asesinato posterior de Rabin en 1995. Bennett recibe el mismo tratamiento y el apelativo de traidor y mentiroso. La policía, que ya había aumentado la seguridad en torno a Bennett hace unas semanas, hará lo mismo con Shaled.
«Yo debo llevar guardaespaldas», ha dicho Yair Lapid. «Y el fiscal general Avichai Mandelblit. La fiscal Liat Ben Ari. Los periodistas Rina Matzliach, Dana Weiss, Yonit Levy, Amnon Abramovich y Guy Peleg. Todos hemos sido amenazados con ser atacados o asesinados».
Esta crispación podría hacer pensar que el próximo Gobierno será totalmente diferente al actual. Es difícil de creer eso si cuenta con Bennet como primer ministro, Benny Gantz como ministro de Defensa y Gideon Sa’ar y Lieberman en otras carteras. Todos ellos han sido ministros en gobiernos de Netanyahu. La única oportunidad de acabar con el gran padrino israelí es lo que les ha unido.