El rey Hussein de Jordania pudo aislar durante décadas a su país de la mayoría de las turbulencias que aquejaron a Oriente Medio. No sin problemas. Al principio de su reinado en los años 50, sufrió varios intentos de golpe de Estado cuando el nacionalismo árabe no toleraba la existencia de una monarquía sustentada por el dinero británico. En las décadas posteriores, consiguió que la debilidad de Jordania, un país con escasos recursos económicos, se convirtiera en su fortaleza. No era lo bastante poderoso para desequilibrar el equilibrio uniéndose a una alianza, por lo que le interesaba mantener vías de comunicación abiertas con todos los protagonistas enfrentados. Y al final contaba con el apoyo de EEUU, además de millones de dólares en efectivo entregados personalmente al rey por la CIA desde 1957 a 1977.
En el plano interno en un país con una mayoría de población de origen palestino, la base del poder de la monarquía eran las grandes tribus beduinas, que estaban sobradamente representadas en la cúpula del Ejército y la élite política. Todas las diferencias se solventaban a través del consenso, siempre bajo la autoridad del rey. Tras la muerte de su padre, el nuevo rey Abdalá conservó esa forma de gobernar, incluida la apelación constante a las reformas por mucho que ese intento era más cosmético que real. A la menor señal de inestabilidad internacional, las elecciones legislativas se suspendían hasta nueva orden.
La detención del príncipe Hamza bin Hussein y de varias personas cercanas a él pone fin a ese panorama político en el que nunca pasaba nada y en que cualquier amago de contestación desde posiciones islamistas era eliminado con dureza pero con bastante discreción por la policía secreta. El presunto intento de golpe de Estado que 24 horas después no lo parecía tanto revela una división interna que antes no existía o que era fácil de esconder.
Hamza, de 41 años, es hermanastro del rey. Ambos son hijos de Hussein, pero de madres diferentes. El monarca es hijo de la segunda esposa de Hussein, de origen inglés. Hamza es hijo de la cuarta esposa, Noor, nacida en EEUU. Al llegar al trono, Abdalá, que tiene ahora 59 años, nombró como príncipe heredero a Hamza, lo que se interpretó como un cumplimiento del deseo de Hussein. Cinco años después, en 2004, el rey le quitó el título y en 2009 se lo concedió formalmente a su hijo mayor, Hussein.
A lo largo de los años, no han trascendido diferencias políticas entre los dos hermanastros. El hecho de que le arrebataran la sucesión en el trono tampoco debía interpretarse como un gesto de censura. Estaba dentro de las atribuciones reales y es lo mismo que había hecho el rey Hussein con su hermano.
Su detención ahora fue desmentida por los portavoces del Gobierno. El gesto definitivo de disidencia fue confirmado por Hamzah al enviar a BBC un vídeo en el que confirmaba que se le había impuesto el arresto domiciliario.
Hamza cuenta en inglés que el jefe de las Fuerzas Armadas le comunicó en persona que tenía prohibido salir de su hogar y comunicarse con cualquier otra persona que no fuera su familia directa por haber participado en reuniones en las que se había criticado «al Gobierno o al rey». Su testimonio es la denuncia más grave hecha en público en los últimos años procedente de un miembro de la familia real o de la élite del país.
«Como le dije al jefe de Estado Mayor, no soy responsable de los problemas del Gobierno, de la corrupción y de la incompetencia que se han extendido en nuestras estructuras de gobierno en los últimos 15 o 20 años», dice Hamza en el vídeo. Explica que existe una «falta de fe (de la gente) en las instituciones» y que la más pequeña crítica a las autoridades es respondida con detenciones y abusos por las fuerzas de seguridad, una descripción que no sorprenderá a muchos jordanos, pero que nunca habían escuchado de boca de alguien tan importante. «Nadie puede hablar o expresar una opinión sobre algo sin ser acosado, detenido y amenazado».
Nada del deprimente panorama que describe el príncipe podría producirse sin el permiso expreso del rey.
Hamza dice que no forma parte «de ninguna conspiración» ni de ninguna «maligna organización apoyada desde el extranjero», una acusación que esperaba que se produjera, como así ha ocurrido después. A los que piensan en el extranjero que Jordania es un país estable, les dice que está gobernado por la corrupción y el nepotismo y por la «falta de esperanza de cada jordano» en el futuro.
Imagen del vídeo difundido por el príncipe Hamza
El príncipe grabó el mensaje delante de un retrato del rey Hussein para dejar claro a la audiencia de su país la legitimidad de su posición familiar para hacer esas críticas. Ha recibido el apoyo público de su madre Noor a través de un mensaje en Twitter: «Rezo para que prevalezcan la verdad y la justicia para todas las víctimas inocentes de esta despreciable difamación». Se refería a la acusación de un golpe de Estado contra Abdalá.
Entre los detenidos están Hassan bin Zaid, que fue enviado especial del rey Abdalá en Arabia Saudí, y Bassem Awadallah, que fue jefe de la Casa Real y ministro de Hacienda. De este último, dicen algunos medios que ha trabajado como asesor del príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salmán. Awadallah también es cercano a Mohamed bin Zayed, príncipe heredero de los Emiratos, y forma parte del consejo rector de la Universidad de Dubai. También han sido arrestados el jefe de la oficina personal de Hamza y su jefe de seguridad, el general retirado Yaser Majali.
Estas relaciones con Bin Salmán y Bin Zayed, aliados en la guerra de Yemen, han desatado especulaciones sobre una posible intervención de ambos países en la crisis interna de Jordania. Para desmentirlos, Bin Salmán llamó por teléfono a Abdalá este fin de semana con la intención de confirmarle su apoyo. Bin Zayed es el promotor del reconocimiento diplomático de Israel y hubiera querido más apoyo público de Jordania. Ese es un paso que Abdalá no puede dar si no quiere crear más problemas de los que tiene.
Abdalá cuenta también con el apoyo del Gobierno israelí. «Una Jordania fuerte y próspera favorece los intereses económicos y de seguridad de Israel. Necesitamos hacer todo lo necesario para ayudarles», ha dicho este domingo Benny Gantz, ministro de Defensa.
Jordania sufrió numerosas protestas en 2018 a causa de la difícil situación económica del país. La necesidad de atender a más de un millón de refugiados sirios y la pérdida en algunos momentos de la ayuda económica saudí hicieron que su situación financiera fuera insostenible. El Gobierno se puso en manos del FMI en 2016, que obligó a tomar medidas de austeridad que pasaban por el recorte de los subsidios públicos en alimentos y combustible. La pandemia profundizó la crisis. Esta situación provocó un descontento popular que se acrecienta cuando la población toma en cuenta la corrupción y la desigualdad.
Abdalá se encuentra ante un dilema. No puede dejar de responder al desafío que le ha lanzado Hamza con el mensaje del vídeo. Está cuestionando su mando del país en los últimos veinte años. Ha contado a todo el mundo lo que supondría la detención inmediata para todo jordano que hubiera osado pronunciar esas palabras. Por otro lado, es probable que Hamza cuente con apoyos entre miembros de las tribus beduinas que han sido la roca sobre la que se asienta la monarquía desde los años 50. Aun así, si Abdalá cuenta con el apoyo internacional conveniente, y eso es bastante seguro, no tendrá piedad con su hermano.
—
23.15
Al final, se impuso el estilo jordano de resolver los problemas en la élite política del país. Más aún, cuando el hombre que desafiaba al poder era el hijo del anterior monarca y hermano del actual rey. Después de denunciar la corrupción institucional imperante en Jordania, el príncipe Hamza anunció en un comunicado su lealtad al rey Abdalá con el lenguaje poco creíble de los comunicados oficiales en Oriente Medio.
Abdalá apostó por la mediación del príncipe Hassan, tío de ambos, para enviar el mensaje de que de momento todo se perdonaría si aceptaba volver al redil. La prioridad era conservar la unidad de la familia real. Objetivo cumplido. Los jordanos tendrán que llegar a la conclusión de que nada de lo que escucharon a Hamza en el vídeo debe preocuparles. Obviamente, es imposible, pero la verdad oficial no atiende a esos pequeños detalles.